La nueva empresa tiene capacidad
para conseguir poner a Córdoba donde merece. Ayer sin ir más lejos consiguió
una entrada de público nada desdeñable. El trabajo bien hecho tiene siempre su
premio. Irreprochable la labor de su gabinete de prensa teniendo a los
profesionales informados de todo en cualquier momento. Ahora solo queda seguir
trabajando en la misma línea, para cuando sea posible abrir festejos para todos
los gustos del público.
Los vuelos del percal.
El público de Córdoba anda
perdido. Ya lo decía el simpático espada de Ubrique: los aficionados cogen en
un autobús. Córdoba es plaza de público, no de afición. No se censura nada, por
ejemplo la presentación de los toros, se aplaude cualquier cosa, como muestra
la ovación al picador Barroso, de la cuadrilla de Manzanares, por no coger al toro por arriba cuando se arrancó de largo
al caballo, y se premia lo normal como algo extraordinario, ¡vaya orejas las de
ayer! Y para colmo el feo detalle de no romper en una ovación y obligar a
saludar a la terna inaugural. Senequismo dirán.
Peto de guata.
Una plaza de primera se
diferencia de un gache por muchos motivos. El primero la seriedad. Ayer
Córdoba pareció por momentos una plaza de talanqueras. El motivo no fue otro
que la incapacidad de los mansos -una vez más- para reintegrar un toro
devuelto al corral. La presidencia
autorizó que el animal fuera apuntillado y vino el mitin. En lugar de tomar el
cachete, el tercero de la cuadrilla de Finito, tomó un descabello y desde un
burladero apuñaló al animal hasta conseguir su objetivo. Lamentable espectáculo
que hizo recordar a maestros de la puntilla como Rafael Yáñez 'Gallo' o el
reciente Paco Encinas.
Banderillas de lujo.
Hablando de la categoría de la
plaza decir que los morrillos de los toros lidiados volvieron a lucir divisas
de primera. Atrás quedaron los dos lazos, en ocasiones con los colores
cambiados, de temporadas pasadas. Divisas conformadas por varias cintas que
daban prestancia a un detalle otrora importante para los criadores de bravo.
Tercio de muerte.
Ya que hablamos de primera categoría,
la banda de música dejó mucho que desear. Repertorio repetitivo a más no poder,
sin que se renueve cada año y que evidencia las continuas salidas y entradas de
personal que la hacen irregular en su cometido. Una banda está en los toros
está para amenizar con pasodobles toreros, no con temas romeros como
"Cordobesita" o "Caminito de Santo Domingo". Ya el
"Soy cordobés" antes del paseíllo y con los aguaciles despejando el
ruedo resultó de astracanada. Vamos a cuidar los detalles y si la banda no
tiene el nivel, ni calidad requerida, se sustituye y punto. Hay tres bandas más
en la capital cualificadas para ello.
Mulillas de arrastre.
Justifican la pobre presencia de los
toros alegando con que el ruedo es muy grande. Excusas. Ya se vio cuando saltó el sexto.
El toro proporcionado, con trapío y bien armado se ve en ruedo grande o en
ruedo chico. Córdoba tiene que buscar su tipo de toro. Algunos de los jugados
ayer fueron chicos, muy chicos, que en otra etapa de los cincuenta años de la
plaza no hubieran pasado la criba del reconocimiento. Se ha bajado el listón
que habrá que volver a subir si queremos de verdad devolver importancia a la plaza y a lo que se hace en el ruedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario