Como niños con zapatos nuevos.
Se nota la mano de la nueva empresa no solo en el aspecto puramente taurino. Los porteros del Coso de los Califas estrenaron en la tarde de ayer nuevo uniforme, compuesto de camisa y gorra de plato con el logo que la casa Chopera creo para Córdoba. Bonito detalle y bonito gesto. Así es como se devuelve la categoría a la plaza. Dicen que la mujer del Cesar además de serlo debe de parecerlo.
La “cla”.
Se está haciendo normal en estos festejos menores que cada novillero venga con su correspondiente partida de seguidores. Estos aplauden y dan por bueno todo lo que haga, ya sea bueno o malo. Jalean y dan color a la plaza apoyando a su torero por encima de todo. Lo malo es que en muchas ocasiones, prácticamente en todas, su pasión les ciega y lo blanco lo convierten en negro o viceversa haciéndole un flaco favor al torero. Hay que apoyar a los que empiezan, es obvio, pero también hay que exigirles y jamás engañarlos.
El tiro de arrastre.
No gustó a un espectador el tiro de arrastre formado por dos caballos bretones. En uno de los arrastres sonó con voz aguardentosa y potente en el tendido: “que nos gustan las mulillas, no los caballos del norte”. Cuestión de gustos, pero donde se pongan tres mulas bien enjaezadas que se quiten los percherones.
El “vestio” del nuevo “Chocolate”
Gusto mucho el nuevo “Chocolate”, pero que poco gusto su terno. Vainilla, por no decir otra cosa, y oro. Moliere lo hizo maldito en los escenarios y muchos son los que obviamos hasta decir su nombre. Chenel le tiene fobia. Otros se hicieron “vestios” de ese color al solo objeto de molestar a los demás. Supersticiones baratas, pero que feo es y que mal queda en una plaza de toros.
Esto no esta muerto; Córdoba es un pueblo que duerme (Pio Baroja)
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