5/28/2011
EL TORO MEXICANIZADO
Dio la impresión de estar al otro lado del Atlántico. En la tarde de ayer Gran Vía Parque se transformó, durante las dos horas que duró el festejo, en la gran Avenida de Insurgentes de la capital azteca. El coso de Los Califas se asemejó bastante a la Monumental mexicana. Y no sólo porque son dos plazas casi imposibles de llenar, no. El coso sito en Ciudad Jardín se transformó en el embudo mexicano por el toro que saltó a su ruedo. Toros de pelo cárdeno, veletos, astifinos y recortados de cuerpo por fuera. Por dentro sosos, parados , embistiendo al paso y con poco contenido. Allí al menos van de menos a más, aquí en algunos momentos pareció que así sería, pero no. Los asaltillados toros de La Quinta se asemejaron más a los toros de San Mateo o Garfias, que a los santacolomeños buendías que todos esperabamos. El toro mexicano tiene su origen en el toro que llevara hasta aquellas tierras Ricardo Torres Bombita. Una sangre adquirida al Marqués de Saltillo por Antonio Llaguno, por mediación del Bomba de Tomares. Hasta allí llegó una simiente en forma de vacas con el pial en forma de rueda de Saltillo. Pocas en primera instancia. Seis, como en las corridas. Zapita, Lebrijana, Vidriera, Platillera, Recobera y Gandiguera. Y para padrearlas, dos toros: Conejo y Trianero. Esos son los ancestros de la cabaña brava mexicana.
La selección hecha en los potreros, el equivalente a nuestros cerrados, por los criadores del país hermano, entre plantas de agave, dio con el tiempo un toro dulce y almibarado, que ha hecho las delicias de cuantos han disfrutado de sus pausadas embestidas.
Al igual que en España aquel toro también ha degenerado. Ya no son dulces sus arrancadas. Ahora por no hacer nada ni se arrancan. Se agarran al piso como dice por allá. Si alguno embiste lo hace sin transmisión, al paso, cansinos y sin alma. La fiesta en México atraviesa una profunda crisis, debida sobre todo a la falta de figuras y por culpa del toro que se cría por aquellas latitudes. Los problemas de aquellas tierras son similares a los nuestros. Falta de toros y falta de toreros.
Aquí han surgido con fuerza esta campaña, un majestuoso Manzanares y un Juli con ansias. De allá nos están llegando toreros con ansía de serlo. Garibay, Saldivar, Flores y hasta un nuevo Silveti. Pero, ¿y el toro? El toro sigue igual allí y aquí. Diferentes en fondo y forma, pero devaluados. Se llevó sangre de parladé hasta México no hace mucho. Santa María de Xalpa y Barralva no han mejorado con estas aportaciones.
Hasta España no ha llegado sangre de México, pero los de La Quinta ayer se asemejaron mucho al toro mexicano, y no sólo por compartir origen. Sólo El Juli, en plan figura y solvente al cien por cien, pudo lucir con ellos. ¿Será por haberse hecho torero en México?
Salvador Giménez
Publicado en "El Día de Córdoba" el 28 de mayo de 2011
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