5/26/2012
CRONICA DE LA CUARTA DE ABONO DE CORDOBA
TARDE DE DETALLES Y POCO MÁS
GANADERIA: Cinco toros de Juan Pedro Domecq y uno (3º) de Parladé. Desiguales de presentación entre sí y juego variado, aunque todos fueron de más a menos. Los mejores los jugados en cuarto, quinto y sexto lugar.
TOREROS: JOSE LUIS MORENO (verde esperanza y oro). Dos pinchazos y estocada (ovación con saludos) y cinco pinchazos y estocada (ovación con saludos).
MORANTE DE LA PUEBLA (tabaco y oro) Pinchazo y estocada (silencio) y estocada (ovación con saludos).
JOSE MARIA MANZANARES (azul marino y oro). Pinchazo y media estocada (silencio tras aviso) y media estocada (oreja).
INCIDENCIAS. Plaza de toros de Los Califas de Córdoba. Cuarto festejo del abono de la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Tres cuartos de entrada en tarde soleada y de calor. De la cuadrillas destacar a Rafael Figuerola, Paquito Gómez Algaba, El Lili, Juan José Trujillo y Curro Javier, a píe, y Alfonso Barroso a caballo. Antes de iniciarse el festejo la sociedad propietaria de la plaza, entregó a José María Manzanares el trofeo al mejor toreo de capote de la feria pasada. Durante la faena al cuarto toro se estrenó el pasodoble “José Luis Moreno”, compuesto por el maestro José Ramón Rico Muñoz.
Salvador Giménez
Tarde de expectación, tarde de decepción. La tarde estrella de la feria taurina de Córdoba, no terminó nunca de levantar el vuelo. La causa, muchos y diversos factores. El juego de los “juampedros”, el viento y la falta de compromiso de los actuantes en algunos momentos, fueron los principales. Y ya se sabe, cuando las cosas no ruedan desde un principio, difícilmente la cosa va a mayores.
La corrida de toros enviada por Juan Pedro Domecq, con los dos hierros de la casa, ha sido lo esperado. Toros desiguales de presentación, algunos muy, pero que muy justos para una plaza de primera, y de un juego bastante pobre. Algunos parecía que tenían buenas intenciones, pero al final acabaron parándose mostrando así su falta de raza. Es el toro moderno, el que quieren las figuras y demás taurinos que copan el planeta de los toros. Es el toro que nos imponen tarde tras tarde, dando al traste con la expectación que en muchas ocasiones se generan, hastiando al consumidor primero del espectáculo, que no es otro que el público. ¿Hasta cuándo? Si siguen por este camino se van a quedar solos. Es la hora de mirar más por los intereses de la fiesta y menos por los suyos propios. Hay que buscar la involución del toro de lidia. Su fiereza, su raza, su bravura, su capacidad de lucha y su poder son los pilares básicos para intentar la regeneración de la fiesta de los toros.
Por todo lo anteriormente la tarde quedó solo en detalles sueltos, en flashes, todo discontinuo, pero en ocasiones de suma importancia. Los dos trasteos de Moreno tuvieron solvencia. Lo más redondeado de la tarde. Una vez más se vio a un torero maltratado por todos los que están arriba. Un torero que toreó una vez más con sentido, con ortodoxia y con un gran sentido de la estética. Puro con el capote en sus dos toros, especialmente en su segundo, y solvente en los trasteos de muleta, que fueron amenizados con los acordes de la música, en su segundo se estrenó un pasodoble en su honor. La lástima una vez más fue la tizona. Una pena, pues de haber matado con prontitud a sus dos oponentes, José Luis Moreno se hubiera convertido en el triunfador del festejo, pues lo que hizo fue lo más compacto de la tarde.
Morante de la Puebla estuvo como nos tiene acostumbrados. Frio, sin compromiso y sin decisión en su primero donde fue silenciada su labor. En su segundo armó un alboroto con el capote. Lances a la verónica de recibo, galleo por chicuelinas para poner el toro en suerte, quite por delantales, serpentinas, revoleras. Un lío. Cuando parecía que se podía ver la mejor versión del de La Puebla del Río, un par de coladas en los muletazos de inicio y un mal planteamiento de faena y elección de terrenos, hizo que todo se difuminase y quedara en la nada. Los genios son así. Pero ojo. Con unos lances y cuatro pinturerías no se puede continuar manteniendo vitola de figura del toreo.
Dificil tenia Manzanares reeditar el éxito del pasado año, pero su resonante triunfo en la feria de abril sevillana, hacía ver que todo podría ser posible. Inedito con el capote en sus dos toros, Manzanares no terminó de centrarse con su primero, más pendiente del viento y de las banderas, hicieron que la faena fuese discontinua e irregular. Lo trató pero al final todo quedo en la nada. En su segundo se inventó una faena pulcra, cogida con alfileres y donde abusó de los cites al hilo del pitón, que eso sí, le permitían ligar los muletazos. Una última tanda más enfibrada y media estocada cobrada en la bella suerte de recibir, hicieron que a sus manos fuese la única oreja de la tarde.
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