5/21/2012

CRONICA DE LA PRIMERA DE FERIA EN CORDOBA



LA PRIMERA EN LA FRENTE.

GANADERIA: Cuatro toros de “El Pilar” y dos de “La Palmosilla” (1º y 4º), que sustituyeron por inválidos a uno de Moisés Fraile y a otro del hierro anunciado. Todos pobremente presentados, flojos, faltos de fuerza y carentes de los caracteres se supone debe de tener un toro bravo. Se dejaron a medias tintas los jugados en primer, quinto y sexto lugar.

TOREROS: Juan Serrano “FINITO DE CORDOBA” (negro y oro). Un pinchazo y estocada (ovación con saludos tras petición) y dos pinchazos saliéndose de la suerte y cinco descabellos (pitos).
JUAN JOSE PADILLA (sangre de toro y azabache). Estocada caída (oreja) y estocada (oreja con petición de la segunda).
David Fandila “EL FANDI” (corinto y oro). Pinchazo hondo y descabello (silencio) y estocada caída (oreja)

INCIDENCIAS: Plaza de toros “Los Califas” de Córdoba. Primer festejo del abono de la Feria de Nuestra Señora de la Salud. Un tercio de entrada. Tarde encapotada y fría. Llovió durante la lidia del primer y segundo toro. De las cuadrillas mejor no hablar.

Cuando éramos pequeños y se nos enseñaba el catecismo, los catequistas se afanaban en explicarnos que al persignarnos la primera cruz se hacía en la frente, para que Dios nos librara de los malos pensamientos. Así era y así es en la liturgia católica. En la liturgia taurómaca la cosa no difiere mucho. Un buen inicio de feria anima al gran público a acudir a la plaza. Por el contrario un espectáculo anodino, insulso, aburrido y para colmo con lluvia y frío, echa a la gente atrás. Lo vivido en la primera de abono ha sido de nota, solo salvado por el pundonor de Padilla empujado por un público enormemente mediatizado.
La culpa del fiasco tiene nombre y apellidos. Los toros. Siempre se dice que cuando el toro falla, la fiesta se derrumba. La corrida enviada por Moisés Fraile desde Salamanca ha sido un muestrario del toro que no debe de saltar en una plaza de primera. Pobre de presentación y sobre todo vacía de contenido. Sabemos que no era el propósito ni del ganadero, ni tampoco de la empresa, pero el capitulo toro ha brillado por su ausencia y ello a dado al traste con la corrida.
A pesar de lo dicho, empujados por un público condescendiente y con ganas de divertirse la corrida tuvo algunos detalles que son dignos de resaltar. El principal el pundonor, la garra y las ganas de Juan José Padilla por levantar una tarde, que estaba abocada al olvido. Es digno de exaltar la disposición de un hombre que le ha visto de cerca la cara a la muerte. Padilla será como torero mejor o peor. Siempre ha pechado con lo que nadie quería y ha forjado su carrera a base de valor, amor propio y pundonor, en muchas ocasiones regado con su propia sangre. Padilla se ha entregado y el muy amable público cordobés ha sido reciproco. Le han jaleado todo, lo bueno, lo regular y lo menos bueno, para tras estar valeroso y entregado toda la tarde, permitirle saborear las mieles de triunfo paseando una oreja en cada uno de sus toros. No voy a entrar en enjuiciar la labor del torero de Jerez. Solo reconocerle su calidad como persona y desearle lo mejor, tanto en su carrera, como en su vida particular. Lo merece con creces.
“El Fandi” sigue en su línea. Hay que reconocer que trata de torear con templanza con el capote, pero su tauromaquia está basada en el poder y en el dominio, y cuando no se tiene a quien domeñar, ni a nadie a quien poder, todo se cae como un castillo de naipes. Con unas facultades físicas espectaculares banderilleó a sus oponentes de forma espectacular y heterodoxa, siendo aplaudido por la concurrencia. Luego con la tela encarnada lo intentó con desigual resultado. Las tandas resultaron desiguales y faltas de unidad, en las que de cuando en cuando, surgía algún muletazo templado y de buen corte, pero poco más. Dispuesto como siempre y sin nada que reprocharle. “El Fandi” tiene un guión escrito que interpreta tarde tras tarde con el mismo resultado. Lo que ocurre es que algunas tardes las cosas ruedan de cara, y otras, no.
He querido dejar al torero paisano para el final. Juan Serrano ha sido el buque insignia en los últimos veinte años en la ciudad califal. Finito de Córdoba ha sido todo un referente para muchos, ha sido el último torero que ha revolucionado una ciudad caprichosa con los suyos, los ha hecho vibrar, los ha hecho emocionarse, los ha hecho llorar, les ha hecho sentirse orgullosos de ser cordobeses y amantes de la fiesta de los toros y ha vivido con ellos un romance hermoso y bello. Hoy venía acompañando a su compañero y “compadre”, quizás por eso, la afición que lo admiró, y aun admira, ha estado más condescendiente con él. A lo más mínimo Córdoba vibra con Juan Serrano, en su primero, su afición volvió a entregársele en una faena breve, basada sobre la mano derecha, en la que surgió el empaque y la torería. Luego en su segundo las cañas se tornaron una vez más en lanzas. La abulia, el desencanto, la desgana y la indiferencia volvieron a asomar en el ambiente y la imagen dada en su primero quedo desvanecida.
Pobre principio de feria. La esperanza es que los toros bravos sean los que se embarquen esta semana con destino a Los Califas. No hay que desilusionarse. La fiesta de los toros tiene eso. Es imprevisible y la grandeza puede surgir cuando menos se espera.

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