LA PRIMERA EN LA FRENTE.
GANADERIA: Cuatro toros de “El Pilar” y
dos de “La Palmosilla” (1º y 4º), que sustituyeron por inválidos a uno de Moisés
Fraile y a otro del hierro anunciado. Todos pobremente presentados, flojos,
faltos de fuerza y carentes de los caracteres se supone debe de tener un toro
bravo. Se dejaron a medias tintas los jugados en primer, quinto y sexto lugar.
TOREROS: Juan Serrano “FINITO DE CORDOBA”
(negro y oro). Un pinchazo y estocada (ovación con saludos tras petición) y dos
pinchazos saliéndose de la suerte y cinco descabellos (pitos).
JUAN JOSE PADILLA (sangre de toro y
azabache). Estocada caída (oreja) y estocada (oreja con petición de la
segunda).
David Fandila “EL FANDI” (corinto y
oro). Pinchazo hondo y descabello (silencio) y estocada caída (oreja)
INCIDENCIAS: Plaza de toros “Los Califas”
de Córdoba. Primer festejo del abono de la Feria de Nuestra Señora de la Salud.
Un tercio de entrada. Tarde encapotada y fría. Llovió durante la lidia del
primer y segundo toro. De las cuadrillas mejor no hablar.
Cuando éramos pequeños y se nos enseñaba
el catecismo, los catequistas se afanaban en explicarnos que al persignarnos la
primera cruz se hacía en la frente, para que Dios nos librara de los malos
pensamientos. Así era y así es en la liturgia católica. En la liturgia taurómaca
la cosa no difiere mucho. Un buen inicio de feria anima al gran público a
acudir a la plaza. Por el contrario un espectáculo anodino, insulso, aburrido y
para colmo con lluvia y frío, echa a la gente atrás. Lo vivido en la primera de
abono ha sido de nota, solo salvado por el pundonor de Padilla empujado por un
público enormemente mediatizado.
La culpa del fiasco tiene nombre y
apellidos. Los toros. Siempre se dice que cuando el toro falla, la fiesta se
derrumba. La corrida enviada por Moisés Fraile desde Salamanca ha sido un
muestrario del toro que no debe de saltar en una plaza de primera. Pobre de
presentación y sobre todo vacía de contenido. Sabemos que no era el propósito ni
del ganadero, ni tampoco de la empresa, pero el capitulo toro ha brillado por
su ausencia y ello a dado al traste con la corrida.
A pesar de lo dicho, empujados por un
público condescendiente y con ganas de divertirse la corrida tuvo algunos
detalles que son dignos de resaltar. El principal el pundonor, la garra y las
ganas de Juan José Padilla por levantar una tarde, que estaba abocada al
olvido. Es digno de exaltar la disposición de un hombre que le ha visto de
cerca la cara a la muerte. Padilla será como torero mejor o peor. Siempre ha
pechado con lo que nadie quería y ha forjado su carrera a base de valor, amor
propio y pundonor, en muchas ocasiones regado con su propia sangre. Padilla se
ha entregado y el muy amable público cordobés ha sido reciproco. Le han jaleado
todo, lo bueno, lo regular y lo menos bueno, para tras estar valeroso y
entregado toda la tarde, permitirle saborear las mieles de triunfo paseando una
oreja en cada uno de sus toros. No voy a entrar en enjuiciar la labor del
torero de Jerez. Solo reconocerle su calidad como persona y desearle lo mejor,
tanto en su carrera, como en su vida particular. Lo merece con creces.
“El Fandi” sigue en su línea. Hay que
reconocer que trata de torear con templanza con el capote, pero su tauromaquia está
basada en el poder y en el dominio, y cuando no se tiene a quien domeñar, ni a nadie
a quien poder, todo se cae como un castillo de naipes. Con unas facultades
físicas espectaculares banderilleó a sus oponentes de forma espectacular y heterodoxa,
siendo aplaudido por la concurrencia. Luego con la tela encarnada lo intentó
con desigual resultado. Las tandas resultaron desiguales y faltas de unidad, en
las que de cuando en cuando, surgía algún muletazo templado y de buen corte,
pero poco más. Dispuesto como siempre y sin nada que reprocharle. “El Fandi”
tiene un guión escrito que interpreta tarde tras tarde con el mismo resultado.
Lo que ocurre es que algunas tardes las cosas ruedan de cara, y otras, no.
He querido dejar al torero paisano para
el final. Juan Serrano ha sido el buque insignia en los últimos veinte años en la
ciudad califal. Finito de Córdoba ha sido todo un referente para muchos, ha
sido el último torero que ha revolucionado una ciudad caprichosa con los suyos,
los ha hecho vibrar, los ha hecho emocionarse, los ha hecho llorar, les ha
hecho sentirse orgullosos de ser cordobeses y amantes de la fiesta de los toros
y ha vivido con ellos un romance hermoso y bello. Hoy venía acompañando a su compañero
y “compadre”, quizás por eso, la afición que lo admiró, y aun admira, ha estado
más condescendiente con él. A lo más mínimo Córdoba vibra con Juan Serrano, en
su primero, su afición volvió a entregársele en una faena breve, basada sobre
la mano derecha, en la que surgió el empaque y la torería. Luego en su segundo
las cañas se tornaron una vez más en lanzas. La abulia, el desencanto, la
desgana y la indiferencia volvieron a asomar en el ambiente y la imagen dada en
su primero quedo desvanecida.
Pobre principio de feria. La esperanza
es que los toros bravos sean los que se embarquen esta semana con destino a Los
Califas. No hay que desilusionarse. La fiesta de los toros tiene eso. Es
imprevisible y la grandeza puede surgir cuando menos se espera.
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