Terminó la feria de Pozoblanco. Una feria que a raíz de la tragedia de 'Paquirri' se convirtió en un clásico del calendario taurino. Una feria agradable a final de temporada, donde saltaba el toro normal de este tipo de plazas. Un toro terciado y cómodo con el que los figuras, que comenzaron a acudir a esta plaza, andaban a gorrazos, divirtiendo a un público ávido de fiesta, que llenaba con frecuencia el coqueto coso. Si la feria de Pozoblanco se hubiese cuidado lo más mínimo, de seguro, que hubiera sido un perfecto broche de oro cada temporada en la provincia de Córdoba. Hoy desgraciadamente, el público ha dado la espalda a los toros en Pozoblanco. Visto lo acaecido el pasado sábado no es de extrañar. Lo allí ocurrido, fue realmente lamentable, el público se enfado con razón. La corrida lidiada era impresentable. Toros chicos, mal presentados, pobres de cabeza, sin fuerza, sin raza, sin continente ni contenido. Vamos, carne para matadero. Un saldo que costaría lo que se dice una copla, ahora el espectador que pasó por taquilla, pago un espectáculo integro y le dieron gato por toro, perdón por liebre. La pregunta es ¿quien defiende a los espectadores? Pues muy sencillo, es la autoridad la que tiene que velar por que se cumpla el reglamento. La autoridad tenía que haber desechado, en su total integridad los gatos que envió Santiago Domecq y la empresa adquirió para dar gusto a los toreros. Es preferible una suspensión y dejar a un pueblo sin toros, a que se ofrezca un remedo de corrida.
De seguro, que Pozoblanco ha dicho ¡basta ya!. La afición tiene derecho a ser escuchada, por eso se deja el dinero cuando pasa por taquilla. Quieren los toros de su pueblo, que llevan dos años sin ser adquiridos, quieren ver al torero de la zona, que es maltratado por la empresa, quieren una fiesta integra y un espectaculo acorde a lo que estan pagando por sus entradas y su impuestos, puesto que la plaza es propiedad municipal. Si no son escuchados, seguro que volverán la espalda a su feria y a su plaza. Pozoblanco merece otra cosa, por lo menos dignidad.
Fotos: Toros de la ganadería de 'Jaralta', que pasta en el término de Pozoblanco. Íntegros y con trapio más que suficiente para ser lidiados en su pueblo.
José Luis Moreno, torero que siempre que torea, cumple con creces cortando orejas y que incomprensiblemente ha quedado fuera de los carteles tras haber salido a hombros el año pasado.