El vídeo y la imagen también
tienen su influencia en la nueva vertiente del toreo
Estaba la década de los
setenta aculada en tablas cuando un grupo pop británico de la denominada new wave, y que se anunciaba como The
Buggles, copó el número uno de
las listas de éxitos con un tema de música pegadiza y
rítmica. Aquella canción llevaba por título Video killed the radio star, lo que traducido a la lengua
de Cervantes venía a decir, más o menos, El vídeo mató a la estrella de la radio.
De los que
vivimos aquel boom, nos queda el recuerdo de la vivacidad y ritmo del tema, de
su innovación para
la música con la aportación de sonido salido de la moderna electrónica y de lo
que lo bailamos a las primeras de cambio, sobre todo cuando era puesto en las
emisoras de radio de moda, así como cuando se pinchaba en los primeros locales
de ocio a los que pudimos acceder.
En aquellos
años lo que profetizaba la letra de ese tema era difícil de entender. Sobre todo
para una sociedad como la española, en la que todo lo concerniente a las nuevas tecnologías aún estaba
muy alejada de nuestros quehaceres cotidianos, que por cierto, estaban más
pendientes del mundial del 82 que en la evolución del mundo de la informática y
la electrónica.
El paso de
los años ha venido a ratificar el mensaje de aquella canción de moda. Hoy,
salvo contadas ocasiones y a magníficos profesionales, las grandes estrellas de
la radio han cedido parte o mucho, según se mire, de su protagonismo a la imagen que
nos ofrece el mundo de la informática y la electrónica. Es inconcebible una
noticia sin imágenes. Lo que no se ve, no existe. Las nuevas generaciones no
conciben nada sin imágenes.
Atrás
quedaron los grandes narradores añorando tiempos de éxito, y donde sus voces
formaban parte de nuestras vidas. Muchos lectores se estarán preguntando qué
tiene que ver una canción de un grupo británico de la new wave con el planeta de los toros. La
respuesta es fácil. El vídeo y la imagen también tienen su influencia en las
nuevas vertientes del toreo. Hoy todo se graba.
Los
ganaderos recurren a él para repasar el juego de las reses que se tientan para
reproductoras. ¿Cuántas y cuántas se habrán ganado la vida tras haber repasado
sus criadores, una y otra vez, las imágenes de su tienta? El vídeo también lo
emplean los profesionales. El objeto no es otro que visionar sus actuaciones
para buscar fallos o ver por qué aquel toro no acabó de rematar aquella faena
que pareció iba a ser cumbre. También se utiliza en las escuelas taurinas. Es
empleado para hacer llegar a las nuevas
generaciones, aquellas que sueñan con la gloria del chispeante,
los modos y formas de los grandes toreros del pasado, como también los del
presente.
Hoy es muy accesible, gracias a los vídeos
subidos a la red, mirar el toreo de principios del siglo XX, admirar el dominio
de Gallito, la quietud de Belmonte, la solemnidad de Manolete, la gracia de
Pepe Luis, o los duendes de Romero o Paula. Son las ventajas del momento de
vivimos.
El vídeo
tiene muchas ventajas, pero también muchos pecados. Uno de ellos es el morbo.
Las graves cogidas son repetidas hasta la saciedad. También la parte golfa de la fiesta, que la
hay y mucha. Los vídeos nos enseñan mucha picaresca, que se sabía existía, pero
que no se constataba desde los tendidos y que hoy las imágenes nos muestran de
forma cruda y real. Es el mundo de la imagen. Según como se emplee puede tener
beneficios para la fiesta de los toros.
También
efectos negativos. Uno de ellos puede ser algo fácilmente comprobable y no es
otro que la falta de personalidad
de los nuevos toreros, que al empaparse de las formas y modos
de sus referentes asumen sin querer también todas sus carencias. Bienaventurados
los que me copian porque de ellos serán todos mis defectos.
Y lo que es
principal. El vídeo muestra la
verdad cruda de todo al carecer del alma del instante
vivido. Grandes faenas que una vez vividas pierden la esencia y sensibilidad al
ser visionadas en una fría pantalla. En resumidas cuentas, el vídeo no solo
mató a la estrella de la radio, sino muchas más cosas, entre ellas la esencia
de una liturgia única.