9/28/2014

JUAN ORTEGA A HOMBROS JUNTO A PONCE LA TARDE DE SU ALTERNATIVA



GANADERIA: Seis toros de Zalduendo, el 5º lidiado como sobrero en sustitución de un invalido titular, desiguales de presentación y  juego. Los mejores el 2º, 3º y 5º bis.

TOREROS: ENRIQUE PONCE (grana y oro). Estocada baja (oreja con petición) y estocada (oreja). JOSE MARIA MANZANARES (azul turquesa y oro). Estocada caída (oreja con petición) y media estocada tendida con cinco descabellos (ovación con saludos). JUAN ORTEGA (caldera y oro) que tomaba la alternativa, cuatro pinchazos y dos descabellos (ovación con saludos) y estocada caída fulminante (dos orejas).

INCIDENCIAS: Plaza de toros de Pozoblanco. Primer festejo del abono de la Feria en honor de Nuestra Señora de las Mercedes. Media entrada en tarde desapacible donde llovió a partir de la lidia del segundo toro. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Francisco Rivera Paquirri, herido mortalmente en esta plaza hace 30 años. Juan Ortega se doctoró como matador de toros con el toro de nombre “Amante”, número 122, negro de pelo.

Siempre se ha dicho que para disfrutar de una buena tarde de toros, son ingredientes importantes, que no fundamentales, el sol y las moscas. En la tarde de ayer ni uno, ni otras. Los dos brillaron por su ausencia. En su lugar estuvieron presentes en el Coso de los Llanos, otros que en principio no estaban invitados. El viento, la lluvia y un cielo color cárdeno que poco acompañaron para dar a la tarde una luminosidad netamente taurina. Entre los tres se encargaron de ensombrecer el ambiente de forma ostentosa. Y para colmo de males, el otro ingrediente, este si fundamental como es el toro, volvió a fallar de forma estrepitosa, haciendo imposible, salvo en contados pasajes del festejo, el lucimiento de los espadas alternantes en un cartel que contaba como principal atractivo, la alternativa del fino novillero sevillano, aunque con raíces cordobesas, Juan Ortega, la siempre fácil maestría de Enrique Ponce y la estética de José María Manzanares.


Juan Ortega llegaba a la alternativa precedido de buen ambiente. Hoy por hoy es muy difícil torear en el escalafón inferior, pues es complicada la organización, debido a la enorme carga fiscal, de novilladas con picadores. No obstante Ortega siempre ha dado la cara en cuántas plazas ha actuado. Su buen corte ha hecho que sea reconocido como un torero interesante y de futuro. Ayer las cosas comenzaron torcidas, pues fue imposible alcanzar lucimiento con el toro de la ceremonia. El animal duró un suspiro, una breve tanda al natural y poco más. Ortega lo intentó pero el animal, descastado a más no poder, no colaboró con el nuevo doctor en tauromaquia. Para colmo los aceros no estuvieron acertados y todo quedo en una cariñosa ovación. En su segundo no cambió mucho el color. En esta ocasión el nuevo matador no quiso que la tarde pasara en blanco. Cambió el toreo clásico y ortodoxo que gusta, por otro de cercanías y parón muy cerca de los pitones. Esta vez hizo la suerte con limpieza, lástima que el estoque callera bajo, y cobro una estocada que hizo rodar sin puntilla al de Zalduendo. Los primeros trofeos llegaron a su esportón como matador de toros.


Enrique Ponce vino a Pozoblanco a vestir y dar categoría al cartel. Históricamente una figura del toreo ha dado lustre a este tipo de carteles. Ponce lleva muchos años impartiendo su magisterio, aguantando el pulso de forma impertérrita a los que van llegando al escalafón. Son muchos años con el peso de la purpura. Hasta el día previo al festejo fue duda su presencia por culpa de una lesión muscular. Las dudas comenzaron a aflorar en los mentideros taurinos.  Finalmente el de Chiva si estuvo presente en Los Llanos para ser el padrino de alternativa de Juan Ortega. En su primero, al que recibió con tres airosas verónicas y media de remate, le cuajó un trasteo con su habitual facilidad. Faena pulcra, limpia, técnica y haciendo que todo pareciera ser más importante de lo que realmente fue, pues faltó ajuste, temple y sobre todo remate. No obstante Ponce dio la dimensión está dando en esta temporada. El estoque viajó algo bajo, lo que no fue objeción a que los tendidos solicitaran una oreja, que el presidente tuvo bien en conceder.  En su segundo, la lección ya estaba dada, no hubo acuerdo entre toro y torero. El valenciano, que brindó a su peña de Navas de San Juan, no acertó en dar a su oponente la lidia requerida. El trasteo resultó irregular y con muchos dientes de sierra. El animal comenzó a acusar cortedad en sus embestidas y el matador tampoco conseguía tocar los resortes para que su labor levantara de forma definitiva el vuelo. La espada funcionó con rapidez y un público muy cariñoso, benevolente y entregado le premió con otro trofeo.


José María Manzanares es un torero con una carga estética dominante. Su toreo entra fácilmente por los ojos. Su empaque y sus formas son básicas, tanto que en ocasiones, demasiadas, enmascaran las ventajas y la falta de ajuste de su tauromaquia. Una tauromaquia plásticamente perfecta, pero muy alejada de la profundidad que demandan las normas del toreo ortodoxo. ¿Estuvo Manzanares mal? No, simplemente superficial y haciendo un toreo donde dominó lo estético ante lo profundo. Sus dos trasteos fueron muy similares. Del mismo corte y guión. Es cierto que cuando se lo propone y decide embraguetarse con los toros, rompe con rotundidad haciendo de verdad crujir el tendido. Una muestra ayer en una postrera tanda de tres muletazos con la derecha y un pase por alto en el segundo de su lote, donde se apreció que el torero de Alicante a poco que se lo proponga puede hacer más que un simple toreo bello. No debe dejarse dominar por el conformismo o una abulia innecesaria que está claro que perjudican claramente su toreo, debe de hacer mayor esfuerzo para equilibrar su facilidad estética con la verdadera profundidad de la tauromaquia.

Esto fue el resumen de una tarde en la que fallaron muchas cosas. Fundamentalmente los toros, aunque también se echara en falta el sol y las moscas como dicen los castizos. Está claro que la tarde de ayer tuvo más sombras que luces, pero también cosas interesantes que de haber brillado el astro rey, quien sabe si la tarde hubiera roto de otra manera.  Tarde también que pasará a los anales de la historia del toreo por ser en la que recibió la alternativa Juan Ortega, torero con vinculación a Córdoba, a pesar de ser sevillano de nacimiento y oriundo de tierras jiennenses, y al que la afición desea que cumpla todos sus sueños y objetivos. Mimbres tiene para hacer un bonito cesto, lo que le hace falta es suerte y constancia en sus propósitos.

El Día de Córdoba
28/09/2014


9/26/2014

PAQUIRRI, EN EL OLIMPO DE LOS ELEGIDOS


El recuerdo de la fatídica tarde de Pozoblanco eclipsa a un torero triunfante y poderoso

La muerte forma parte de la liturgia de la tauromaquia. El ancestral ritual del toreo es una lucha a muerte. La rudeza del bruto se mide a la razón del ser humano. La justa tiene siempre el mismo desenlace final. El hombre, o la razón, suele salir triunfante del combate, aunque en ocasiones la bestia, o su fuerza bruta, se imponga a su oponente. La muerte del hombre ante el toro es el pórtico a la entrada de éste en la mitología. El torero se convierte en un ser inmortal a pesar de haber sido vencido. Es la parte heroica de la tauromaquia. Lo malo de todo es que en la mayoría de las ocasiones ese sacrificio dramático y heroico enmascara la grandeza del toreo. El morbo, el sensacionalismo, lo lúgubre y lo tétrico va formando una costra o caparazón que hace que veamos al héroe siempre vencido y derrotado. En ocasiones la grandeza del hombre es difuminada de forma brutal.


Hace ahora treinta años tuvimos la ocasión de ver, por vez primera, la muerte de un torero muy de cerca. La televisión, gracias a la profesionalidad de Antonio Salmoral, mostró la cara más dura del toreo. En una vetusta camilla de una enfermería de la época, un hombre yacía roto por los pitones de un toro. La ciencia poco pudo hacer ante aquel muslo destrozado. La vida huía en forma de manantial de sangre. La hora de Paquirri estaba escrita. De nada sirvió después la absurda polémica que ahondó aún más el drama. Aquel hombre, poderoso en el ruedo y fuera de él, se apagó para siempre camino de Córdoba. Desgraciadamente su muerte dramática y desnuda ha oscurecido quien fue realmente Francisco Rivera Paquirri en el mundo del los toros. 

Paquirri surge en la década prodigiosa de los sesenta. En plena hegemonía cordobesista, muchos son los muchachos que ven en el toro, y en el melenudo torero de Córdoba, un trampolín para salir de la pobreza y del anonimato. Desde Barbate, hijos de un modesto novillero, Paquirri y su hermano Riverita tratan de salir del ostracismo. Riverita se queda en el camino. Paquirri con una fuerza de voluntad y una afición desmedida comienza a despuntar. Es un torero de poder, practicante de una lidia completa y dinámica. Comienza la forja de un torero llamado a marcar una época. 

Con El Cordobés retirado surge una corriente que demanda una vuelta a la ortodoxia. Paco Camino y Santiago Martín El Viti son quienes se convierten en los abanderados de la prensa y afición más purista. El postcordobesismo solo tiene ojos para ellos. Los nuevos toreros son obviados. Paquirri no iba a ser menos. Su afición es desmedida, su objetivo de convertirse en figura es fijo. La lucha tiene al fin su premio. 

El país aún se encuentra en la transición política y el toreo, fiel reflejo de la sociedad, también está en periodo renovador. Paquirri ha sido contratado dos tardes en Madrid. La primera, ante toros de Manolo González, pasa de forma discreta. En la segunda entra en la historia del toreo. Se juegan toros de Torrestrella. Animales criados por aquel alquimista llamado Álvaro Domecq y Díez, que buscó por siempre la bravura. Corrida seria, con pitones, trapío y vendiendo cara su muerte. Paquirri se encuentra con Buenasuerte, negro salpicado de capa. Poder contra poder, bravura contra bravura. La lucha es de igual a igual. La balanza se pudo inclinar a favor de cualquiera de los contendientes. El combate a muerte no tuvo tregua. Paquirri puso la rúbrica con un certero volapié. Los pañuelos blanquearon los tendidos de Las Ventas. Los trofeos fueron para el torero y una póstuma vuelta al ruedo reconoció la bravura de Buenasuerte. Paquirri entró en el Olimpo de los elegidos. Buenasuerte en la leyenda de los toros bravos. La historia comenzó a escribirse. Paquirri, aquel torero de Barbate poderoso, dominador, atlético, valiente, profesional y contundente estoqueador comenzó a ser reconocido como un torero importante, como una autentica figura del escalafón. Luego vino el Paquirri popular, el del papel couché, el de las revistas del colorín y el de la tarde fatídica de Pozoblanco. Es triste que sólo quede el recuerdo de aquel hombre roto y moribundo y no aquel Dionisos vestido de celeste y oro triunfante en Las Ventas ante un toro bravo de verdad.

9/17/2014

LA FIESTA AMABLE


Alegan los trust empresariales que manejan el cotarro taurino que los carteles que programan son los que el público demanda. Puede que no les falte razón, pues ciertas combinaciones son repetidas en cualquier plaza, sea cual sea su categoría, asegurando una buena entrada e incluso una tarde exitosa. Y es que la mayoría de público que acude hoy a los toros se queda en lo superficial. Sólo busca rentabilizar el alto precio de su localidad y pasar un rato divertido. Poco le importa la verdadera esencia del producto que consume, bien por tradición, bien por moda, o incluso por cierto esnobismo. Las combinaciones que dominan la cartelera de las principales ferias de la temporada son clara muestra de la poca exigencia de éste público actual. Toreros adocenados, impersonales, clonados entre sí, populistas, mediáticos, son sus preferidos. El toro, bastión de la fiesta pura, poco importa. Este público hace la vista gorda ante reses carentes de integridad, faltas de casta y ayunas de bravura o poder. Es un público fácil, poco exigente, predispuesto a aplaudir cualquier cosa -el suceso de la sentadilla de Priego así lo atestigua- y muy condescendiente con los intereses de quienes manejan los entresijos del toreo en la actualidad. Ante esto: ¿qué hacer? ¿Resignarse o tratar de mostrar la verdad a los nuevos espectadores?

La primera impresión que se puede sacar es que se está perdiendo una ocasión de oro para fomentar los valores auténticos de la fiesta de los toros. Se trata de divulgar, desde el sector oficialista del toreo, una fiesta acorde a lo que este público demanda. Se está enseñando lo esencial, lo superficial y lo efímero. Por el contrario está quedando sin mostrar lo más importante de una fiesta ancestral: sus valores antropológicos, su peso en nuestra cultura, su repercusión en las artes y, lo más importante, el sentido más puro de la lidia. Acercar al público a la fiesta mediante tentaderos públicos, clases de toreo de salón y otras actividades puede ser positivo, pero hay que profundizar más para hacer llegar la autentica fiesta a la sociedad de hoy. 

Hoy por hoy hay muchos medios y canales para la difusión de la fiesta. Muchos más medios y en ocasiones más accesibles. La situación de la fiesta en la sociedad de hoy ha hecho que está se vea como algo políticamente incorrecto. La asepsia para con la muerte de nuestra sociedad ve la fiesta como algo bárbaro y cruento. Esto ha motivado que se le dé la espalda por muchos medios de difusión. Las editoriales no ven rentable publicar libros de temática taurina, así como reeditar obras ya agotadas. Obras como la colección de Espasa Calpe La Tauromaquia tenían volúmenes interesantísimos para todos aquellos que buscan en el toreo más que una tarde de gin, habano y orejas facilonas. En las televisiones públicas el toreo, salvo en contados canales autonómicos, está marginado. La televisión estatal mantiene un programa de una hora semanal cuya línea editorial está alineada con los intereses de los que manejan el toreo más que con los de los consumidores de la fiesta. Se echan igualmente en falta programas que pongan en valor la fiesta de toros desde otro prisma. Si la crisis hace inviable la elaboración de los mismos, sería interesante la redifusión de la serie La Tauromaquía con la que Joaquín Jesús Gordillo obtuvo el premio Ondas. En los canales autonómicos se muestra la fiesta que quiere el sistema imperante. Una fiesta enmascarada y de cartón piedra. En las televisiones privadas la fiesta está maldita. Solo importan los líos de bragueta, la sangre de la tragedia y poco más. Es triste ver como se repiten hasta la saciedad cogidas y percances, mientras se omiten resúmenes de los festejos como se hace con muchas otras actividades mucho más minoritarias que se celebran en el país.

La difusión escrita ha ganado con las nuevas tecnologías. A la prensa escrita impresa, de la que existen varias tendencias más o menos amables, ha venido a sumarse la información en internet. Un autentico boom. A portales taurinos que sirvieron para informar de forma inmediata pronto se sumaron numerosos blogs que completaron un panorama que a la larga tiene difícil calificación. Los hay de todos tipos. Hay algunos con pretensiones artísticas, literarias, o históricas; otros pretenden hacer una información independiente, que en ocasiones han llegado a molestar al sistema oficial y también, por desgracia, de poca pretensión y deontología periodística, cuyo objetivo fundamental es aparentar lo que no se es.


Medios hay para educar más que nunca a la afición, lo que hacen falta son buenos educandos.

9/08/2014

GRAVE FALTA DE RESPETO AL TORO


Análisis del trasfondo del feo gesto de El Fandi en Priego de Córdoba

La tauromaquia es posiblemente la última liturgia viva del Mediterráneo.  Un ceremonial donde el hombre mata al toro a cambio de poner en juego su propia vida. Todo ello en un acto que puede parecer desigual, donde la razón humana se enfrenta al instinto y la fuerza del toro bravo. El filosofo francés François Zumbiehl vinculó la fiesta de toros al legado grecolatino, donde la muerte es algo natural, algo que no debe de ser escondido, la muerte tiene que ser sacada a escena. La tauromaquia no es una liturgia sanguinaria, se podría calificar en todo caso como sangrienta. Fiesta que se enraíza con las costumbres micénicas, romanas e ibéricas. Una fiesta heredada y que actualmente pierde valores primigenios a pasos agigantados.

La lidia debe de ser un combate de igual a igual. Cada contrincante pone en liza sus bazas. Razón frente a instinto. El toro no es abatido, es sacrificado en una lucha noble. El toro tiene un trato divino. Su relación con el hombre siempre debe de ser leal. Por ello el toro, pilar y protagonista de esta liturgia, debe de ser siempre respetado ante todas las cosas. Es el hombre quien ha decidido poner su inteligencia frente a su pujanza animal. La burla con unas simples telas y el rito sacrificial se efectúa con una simple espada. Como apunta Francis Wolff: El respeto por el toro en la plaza consiste en comprender esta voz que habla y finalmente hacerla cantar, en hacer pues una obra de arte con esa embestida natural y con su propio miedo de morir.

La fiesta corre el peligro de convertirse en algo intrascendente. La pérdida de sus valores fundamentales cada vez es más palpable. El actual sistema ha perdido el respeto a la fiesta. Con ello todo cada vez importa menos. El final de todo seguir así se antoja vertiginoso. La corrida, o lo que es igual,  la fiesta humanizada de hoy terminará por imponerse. La fiesta clásica, poseedora de una riqueza antropológica inigualable, puede que tenga, hoy por hoy, fecha de caducidad.

Lo acontecido el pasado domingo durante la corrida de la feria Real de Priego de Córdoba es muestra clara. Poco importa la lucha de un consistorio y de una empresa en rescatar un coso centenario tras una ineficaz gestión. El trabajo de poner en valor el coso de Las Canteras y de ver casi cubierto su aforo, ha quedado devaluado por un mal gesto, por una falta de respeto al toro y con ello a la rica liturgia de la tauromaquia.

Transcurría la faena al tercero de la tarde. Su matador, un sportman que encabeza el escalafón desde hace años y de forma poco comprensiva, se había lucido con el capote. Lances con un temple solo al alcance de unos privilegiados y que pasan desapercibidos para el público de hoy que espera otras cosas. El tercio de banderillas fue como siempre. Eléctrico, bullidor, heterodoxo, haciendo gala de una facultades físicas propias de un deportista de élite. La verdadera suerte de banderillas queda muy alejada de lo que le vemos una tarde tras otra. Como todo en el toreo la despaciosidad y el temple deben de ser visibles en el segundo tercio. Estamos equivocando conceptos. Arruza trajo un tercio de banderillas vistoso y mostrando un físico poderoso, pero se templaba y cuadraba en la cara. Hoy se aplauden más los saltos y las pasadas vertiginosas por la cara del toro, que cuadrar en la cara, clavar y salir de la suerte apoyándose en los palos. El tercio final fue una sucesión de muletazos ramplones, de cara al público y de poco fondo. La faena estaba terminada. El toro, como la mayoría de los que se lidian hoy, se entregó. Había agotado su aguada sangre brava. Buscaba la querencia de sus terrenos, cuando se hecho vencido y derrotado. Su lidiador ni corto, ni perezoso se sentó en sus cuartos traseros humillándolo aún más de lo que el sistema vilipendia al toro. El público, eso es otra, aclamó el gesto como algo grande, como algo extraordinario. Tanto es así que una vez estoqueado el toro pidió para su matador los máximos trofeos, sin tener en cuenta el agravio sufrido por el toro y la tauromaquia misma.

Faltar así el respeto al toro es faltar el respeto a la fiesta. Es manchar aquello que te permite ser un ídolo, que se ha convertido en tu modo de vida, en lo que te ha convertido en ser un personaje público. El gesto fue innecesario, accesorio y grosero. La fiesta tiene valores que se pierden con sucesos como el vivido el pasado domingo en Priego de Córdoba. Las disculpas y desagravio público aún no se han llevado a efecto. Lo peor es que a este paso jamás llegaran.

El Día de Córdoba
08/09/2014


9/01/2014

LA TAUROMAQUIA MODERNA

Ganadería: Seis toros de Zalduendo, dos para rejones, reglamentariamente despuntados, y cuatro para lidia ordinaria. Desiguales de presentación y de juego desigual. TOREROS: Diego Ventura (rejoneador). Dos orejas y oreja. Finito de Córdoba (azul y oro). Silencio y oreja. El Fandi (amaranto y oro). Dos orejas y rabo y dos orejas. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Priego de Córdoba. Corrida mixta con motivo de la Feria Real. Más de tres cuartos en tarde de calor. Durante el festejo fue inaugurado el nuevo sistema de iluminación del coso. Se guardo un minuto de silencio en memoria del que fuera empresario, Andrés Mora y del antiguo conserje Francisco Medina.
En el devenir de su historia, centenaria por cierto, el coso de Las Canteras de Priego de Córdoba habrá vivido muchas tardes la épica y la tragedia de la tauromaquia. Tardes que conforman un tratado para estudiar la evolución de la fiesta de los toros. Antaño, cuando el toreo estaba en mantillas, la fiesta tenía tintes trágicos y de batalla entre un ser irracional y fiero, contra el raciocinio humano. Con el tiempo y el transcurrir de los años, todo se ha ido humanizando. Ya no hay lucha. Hoy prima la plasticidad y la estética. La fiesta es amable, no se vive, salvo contadas ocasiones, la épica. Los públicos buscan la diversión, no el drama. Los auténticos valores de la fiesta, la fuerza contra la razón, están en vías de extinción. Han sido o están siendo sustituidos por otros en los que la verdad poco importa. Lo importante es disfrutar de algo que, desgraciadamente solo se queda en un bonito envoltorio. Un envoltorio que nos priva de la rivalidad entre espadas, donde se hacen combinaciones extrañas, tratando sobre todas las cosas atraer a un público heterogéneo y ávido de divertirse.

Abría plaza el rejoneador Diego Ventura. Este nuevo caballero de La Puebla es un rejoneador bipolar. Genio ante todas las cosas, y como genio hay que entenderlo. Es capaz de rejonear con unas formas clásicas y ortodoxas, como de buenas a primeras convertirse en un heterodoxo y singular revolucionario en el arte de Marialva. Cuando Ventura se propone hacer el rejoneo, demuestra el motivo de ser quien es en el escalafón. Templado, buen conocimiento de los terrenos, buena monta y mejor concepto. Luego viene lo que detestan sus detractores. Sus gestos de cara a la galería, sus arrebatos, sus constantes guiños al tendido y sobre todo la falta de respeto a sus oponentes. Pero Diego Ventura es así. Esa personalidad le ha llevado a ser una figura de su escalafón y le pese a quien le pese, lo que hace en el ruedo tiene que tener su reconocimiento.


Finito de Córdoba actuaba en la provincia esta temporada por primera vez. Tras su ausencia en la feria de mayo de Córdoba, muchos fueron los que se acercaron hasta la Subbética para verlo. Finito es un torero -no se descubre nada nuevo- en sazón, un torero cuajado y que con cualquier pequeño detalle puede salvar una tarde. Eso ocurrió en la tarde de ayer. Sus trasteos no tuvieron rotundidad, pero si estuvieron salpicados de detalles inigualables. Mejor en su segundo, donde hilvano una faena de poca ligazón, pero los muletazos resultaron mayestáticos y de gran belleza plástica. Lástima que el toro se rajara y la faena no tuviera mayor rotundidad. En su primero primó la desconfianza ante un toro con el que no termino de encontrarse a gusto.

El Fandi es un torero querido en Priego. El espada de Granada es uno de los máximos exponentes del toreo populista. En otra época resultaría difícil de comprender que alguien que no ha triunfado con rotundidad en Madrid, Sevilla, Bilbao u otras plazas de primera, este presente tarde tras tarde en cualquier plaza del planeta toro. Poco reconocido su primoroso toreo de capote, es alabado por sus facultades en el segundo tercio. Fandila banderillea con enorme poder a toros que carecen del mismo. De ahí que la mayoría de sus pares sean a pitón pasado, eso si muy espectaculares en su ejecución pero muy alejados de la ortodoxia. Con la muleta, como todos los espadas banderilleros, baja una enormidad. No obstante está ahí, siempre en la brecha y contando con el favor de un público amable en exceso. Son las cosas de esta tauromaquia moderna.
Crónica publicada en El Día de Córdoba el 01/09/2014




RESPETA AL TORO, RESPETA LA TAUROMAQUIA


Sobran las palabras. Cómo vamos a pedir respeto cuando los que viven de la fiesta hacen esto. ¿Dónde están los valores de esta liturgia de la tauromaquia? Esta no es la fiesta que queremos. Este acto humillante sobra. Respeta al toro ante todas las cosas, es el que de dá de comer. ¿O no te estas dando cuenta?