GANADERIA:
Seis toros de Zalduendo, el 5º lidiado como sobrero en sustitución de un
invalido titular, desiguales de presentación y juego. Los mejores el 2º, 3º y 5º bis.
TOREROS: ENRIQUE PONCE (grana y oro). Estocada
baja (oreja con petición) y estocada (oreja). JOSE MARIA MANZANARES (azul turquesa y oro). Estocada caída (oreja
con petición) y media estocada tendida con cinco descabellos (ovación con
saludos). JUAN ORTEGA (caldera y
oro) que tomaba la alternativa, cuatro pinchazos y dos descabellos (ovación con
saludos) y estocada caída fulminante (dos orejas).
INCIDENCIAS:
Plaza de toros de Pozoblanco. Primer festejo del abono de la Feria en honor de
Nuestra Señora de las Mercedes. Media entrada en tarde desapacible donde llovió
a partir de la lidia del segundo toro. Se guardó un minuto de silencio en
memoria de Francisco Rivera Paquirri,
herido mortalmente en esta plaza hace 30 años. Juan Ortega se doctoró como matador de toros con el toro de
nombre “Amante”, número 122, negro de pelo.
Siempre se ha dicho que
para disfrutar de una buena tarde de toros, son ingredientes importantes, que
no fundamentales, el sol y las moscas. En la tarde de ayer ni uno, ni otras.
Los dos brillaron por su ausencia. En su lugar estuvieron presentes en el Coso
de los Llanos, otros que en principio no estaban invitados. El viento, la
lluvia y un cielo color cárdeno que poco acompañaron para dar a la tarde una
luminosidad netamente taurina. Entre los tres se encargaron de ensombrecer el
ambiente de forma ostentosa. Y para colmo de males, el otro ingrediente, este
si fundamental como es el toro, volvió a fallar de forma estrepitosa, haciendo
imposible, salvo en contados pasajes del festejo, el lucimiento de los espadas
alternantes en un cartel que contaba como principal atractivo, la alternativa
del fino novillero sevillano, aunque con raíces cordobesas, Juan Ortega, la
siempre fácil maestría de Enrique Ponce y la estética de José María Manzanares.
Juan Ortega llegaba a la
alternativa precedido de buen ambiente. Hoy por hoy es muy difícil torear en el
escalafón inferior, pues es complicada la organización, debido a la enorme
carga fiscal, de novilladas con picadores. No obstante Ortega siempre ha dado
la cara en cuántas plazas ha actuado. Su buen corte ha hecho que sea reconocido
como un torero interesante y de futuro. Ayer las cosas comenzaron torcidas,
pues fue imposible alcanzar lucimiento con el toro de la ceremonia. El animal
duró un suspiro, una breve tanda al natural y poco más. Ortega lo intentó pero
el animal, descastado a más no poder, no colaboró con el nuevo doctor en
tauromaquia. Para colmo los aceros no estuvieron acertados y todo quedo en una
cariñosa ovación. En su segundo no cambió mucho el color. En esta ocasión el
nuevo matador no quiso que la tarde pasara en blanco. Cambió el toreo clásico y
ortodoxo que gusta, por otro de cercanías y parón muy cerca de los pitones.
Esta vez hizo la suerte con limpieza, lástima que el estoque callera bajo, y
cobro una estocada que hizo rodar sin puntilla al de Zalduendo. Los primeros trofeos
llegaron a su esportón como matador de toros.
Enrique Ponce vino a
Pozoblanco a vestir y dar categoría al cartel. Históricamente una figura del
toreo ha dado lustre a este tipo de carteles. Ponce lleva muchos años
impartiendo su magisterio, aguantando el pulso de forma impertérrita a los que
van llegando al escalafón. Son muchos años con el peso de la purpura. Hasta el
día previo al festejo fue duda su presencia por culpa de una lesión muscular.
Las dudas comenzaron a aflorar en los mentideros taurinos. Finalmente el de Chiva si estuvo presente en
Los Llanos para ser el padrino de alternativa de Juan Ortega. En su primero, al
que recibió con tres airosas verónicas y media de remate, le cuajó un trasteo
con su habitual facilidad. Faena pulcra, limpia, técnica y haciendo que todo
pareciera ser más importante de lo que realmente fue, pues faltó ajuste, temple
y sobre todo remate. No obstante Ponce dio la dimensión está dando en esta
temporada. El estoque viajó algo
bajo, lo que no fue objeción a que los tendidos solicitaran una oreja, que el
presidente tuvo bien en conceder. En su segundo, la lección ya estaba dada, no
hubo acuerdo entre toro y torero. El valenciano, que brindó a su peña de Navas
de San Juan, no acertó en dar a su oponente la lidia requerida. El trasteo
resultó irregular y con muchos dientes de sierra. El animal comenzó a acusar
cortedad en sus embestidas y el matador tampoco conseguía tocar los resortes
para que su labor levantara de forma definitiva el vuelo. La espada funcionó
con rapidez y un público muy cariñoso, benevolente y entregado le premió con
otro trofeo.
José María Manzanares es
un torero con una carga estética dominante. Su toreo entra fácilmente por los
ojos. Su empaque y sus formas son básicas, tanto que en ocasiones, demasiadas,
enmascaran las ventajas y la falta de ajuste de su tauromaquia. Una tauromaquia
plásticamente perfecta, pero muy alejada de la profundidad que demandan las
normas del toreo ortodoxo. ¿Estuvo Manzanares mal? No, simplemente superficial
y haciendo un toreo donde dominó lo estético ante lo profundo. Sus dos trasteos
fueron muy similares. Del mismo corte y guión. Es cierto que cuando se lo
propone y decide embraguetarse con los toros, rompe con rotundidad haciendo de
verdad crujir el tendido. Una muestra ayer en una postrera tanda de tres
muletazos con la derecha y un pase por alto en el segundo de su lote, donde se apreció
que el torero de Alicante a poco que se lo proponga puede hacer más que un
simple toreo bello. No debe dejarse dominar por el conformismo o una abulia
innecesaria que está claro que perjudican claramente su toreo, debe de hacer
mayor esfuerzo para equilibrar su facilidad estética con la verdadera
profundidad de la tauromaquia.
Esto fue el resumen de una
tarde en la que fallaron muchas cosas. Fundamentalmente los toros, aunque
también se echara en falta el sol y las moscas como dicen los castizos. Está
claro que la tarde de ayer tuvo más sombras que luces, pero también cosas
interesantes que de haber brillado el astro rey, quien sabe si la tarde hubiera
roto de otra manera. Tarde también que
pasará a los anales de la historia del toreo por ser en la que recibió la
alternativa Juan Ortega, torero con vinculación a Córdoba, a pesar de ser
sevillano de nacimiento y oriundo de tierras jiennenses, y al que la afición
desea que cumpla todos sus sueños y objetivos. Mimbres tiene para hacer un
bonito cesto, lo que le hace falta es suerte y constancia en sus propósitos.
El Día de Córdoba
28/09/2014
El Día de Córdoba
28/09/2014