Ganadería: Seis toros de “Garcigrande”, justos de presencia, anovillados y carentes de fuerza y raza, aunque en líneas generales colaboraron con los toreros..
Espadas: Cesar Rincón (grana y oro). Estocada defectuosa (oreja) y estocada y descabello (dos orejas).
Javier Conde (tabaco y oro). Dos pinchazos, media atravesada y descabello (ovación con saludos tras dos avisos) y pinchazo hondo y descabello (dos orejas tras aviso)
Manuel Jesús “El Cid”. (malva y oro). Pinchazo hondo y dos descabellos (oreja tras aviso) y estocada defectuosa que asoma y estocada caída (oreja tras aviso).
Incidencias: Cabra. Corrida con motivo de
Si las piedras hablaran, muchas cosas podrían contar las que configuran el centenario coso egabrense. Tardes de gloria, tardes en que la sangre se vertió sobre su albero, tardes épicas y tardes que pasaron a la historia del toreo. Tardes como en la que se jugó el célebre toro ‘Morriones’ de la ganadería de Linares. Animal bravo y encastado que puso cara su vida, tanto fue así, que volvió vivo al campo. Era el toro fiero, el toro bravo, el toro que emocionaba al tendido. En resumidas cuentas, el toro de verdad y que tanta falta hace en la fiesta de hoy. Y es que a pesar del resultado de la corrida de ayer, aparentemente triunfal, todo se difumina rápidamente, precisamente por eso, por la falta de toros de verdad. Cierto es que la corrida, como se dice en el argot, se dejó. ¿Pero hubo emoción?. El toro de hoy, esta falto de ese punto de fiereza capaz de transmitir sensaciones al que se sienta en los tendidos de las plazas. Sin toro no hay fiesta y ésta lo acusa sin remedio.
Cesar Rincón, en la temporada de su adiós, se encontró con dos toros muy distintos. En su primero, al que recibió con unos templados lances a la verónica, le planteó una faena en el tercio, que tuvo la virtud de la ligazón en sus inicios, en los que el toro, a pesar de su falta de fuerza, tenía recorrido y repetía sus embestidas. Dos tandas con la derecha templadas a las que faltó mucho mas ceñimiento, calentaron rápidamente al tendido. Bajo el tono al tratar de torear al natural y cuando volvió a la mano derecha, el animal ya se encontraba totalmente desfondado. Faena correcta a la que faltó más ajuste. En su segundo, un animal mucho más exigente, no termino de dar el paso adelante. Ante un toro protestón y brusco en sus arrancadas, trató siempre de hacerla las cosas con mucho sentido, pero le falto ese punto de querer que el trasteo terminara de romper. A alguien que se va, no se le puede exigir como a alguien que empieza.
Javier Conde, gusta a unos e irrita a otros. Cierto es que cuando dice a torear bajo la mano con gusto y da muletazos de gran plasticidad, pero su puesta en escena, así como los tiempos muertos entre tanda y tanda, hace desesperar a mas de uno. Sus trasteos fueron muy similares en la forma y en el fondo. Tandas de menos a más, aunque muy desiguales en general, que satisficieron al público, pero no al aficionado cabal. De cuando en cuando, brotó el Conde de verdad, en inspiradísimos cambios de mano, pero su irregularidad en el toreo fundamental, hizo que sus faenas carecieran de entidad.
Manuel Jesús ‘El Cid’ esta en un momento dulce. Le sirven muchos toros, por no decir todos. Recibió a sus dos oponentes con lances al ralentí con mucho gusto. Sus dos faenas estuvieron basadas en el toreo al natural. A su primero, le cuajo tandas con mucho temple, enganchando las embestidas adelante, para correr la mano con gusto hacía atrás, pero la falta de toro hizo que aquello no tuviera importancia y es que sin toro, por muy bien que se hagan las cosas, estas no tienen entidad alguna. En su segundo, mas de lo mismo. Mucha disposición, muy buenas maneras y sobre todo muy buen concepto, pero tras dos tandas con la mano izquierda, el medio toro, se rajó y tuvo que tirar de otros recursos para caldear a los tendidos, tales como la quietud y los terrenos de cercanías que fueron suficientes para cortar, pese al mal manejo de los aceros, la oreja que le abría la puerta grande.
Tarde que pasará a la historia por ser la que conmemoró la efeméride, pero que por la falta de raza del toro de hoy, no será recordada.
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