GANADERIA: Seis toros de Fuente
Ymbro, bien presentados pero desiguales entre sí. Su juego dejo mucho
que desear. Mansos, sosos, queriendo rajarse, con complicaciones y con casta de
la mala. El mejor, dentro de lo que fueron, el sobrero 6º.
TOREROS: FINITO DE
CORDOBA (obispo y azabache). Pinchazo hondo y tres descabellos (silencio
tras aviso); dos pinchazos y menos de media estocada baja (palmas tras aviso) y
estocada baja (ovación con saludos tras petición).
JOSE LUIS MORENO (grana y oro). Pinchazo
en una banderilla y estocada (oreja); cuatro pinchazos y dos descabellos (ovación
con saludos tras aviso) y estocada (dos orejas).
INCIDENCIAS: Plaza de toros de Pozoblanco.
Segundo festejo de abono de la feria de Nuestra Señora de las Mercedes.
Menos de media entrada en tarde soleada y de agradable temperatura. Al
finalizar el festejo José Luis Moreno salió a hombros de la
plaza. Actuó como sobresaliente el linarense David Saleri (caña y oro con remates negros).
No registro el coso de Los Llanos una buena entrada en el segundo festejo de abono. Un
mano a mano que, visto el público que fue capaz de congregar, era a todas luces
artificial. Un mano a mano innecesario, pues los dos matadores de toros
cordobeses con más tirón de cara a la afición, llevan caminos muy distintos.
Uno, tras muchos años aguantando el peso de la purpura, se le ve cansado,
hastiado, poco claro de ideas y con ganas de tomar un más que merecido
descanso. Otro, demasiado castigado por los toros y principalmente por los
despachos, sigue en su línea habitual de demostrar que quiere y puede tener
mejor puesto en el escalafón. Los dos toreros hicieron el paseíllo con el propósito,
cada uno a su manera, de hacer pasar a los espectadores congregados, pocos para
los esperados, una buena tarde de toros.
Para la ocasión se buscó un encierro de
garantías, a modo para el triunfo. Pero los “fuenteymbros” no terminaron de
romper. Presentados de forma correcta, tuvieron un comportamiento poco propicio
para el éxito. Mansotes, algunos huyendo hasta de su sombra, desarrollando
complicaciones y genio del malo. Lo mejor fue que se movieron. Se libró de la
quema, en el país de los ciegos el tuerto es el rey, el sobrero sexto. También
tuvo sus cosas, como la fea costumbre de rematar arriba con violencia al final
de cada muletazo, pero al menos ofreció unas embestidas más francas que el
resto de sus hermanos.
Finito de
Córdoba pudo ser un torero de época. Su abulia le llevo a quedarse en un
gran torero. Su empaque fue patente durante la tarde. Detalles sueltos de gran
gusto y plasticidad, poco más. El torero cordobés está cansado. No tiene
frescura, le cuesta resolver en la cara de los toros. No se le ve cómodo. En su
primero anduvo a medias tintas. Tirando líneas rectas, con poco ajuste, pero
con su elegancia natural. Precavido al natural, donde el animal tenía más problemas,
y mal con la espada. Feo el detalle de descabellar cuando no se había consumado
la suerte de matar. Más disposición en su segundo. Bello el inició de faena por
bajo. Luego el toro se rajó y todo fue un quiero y no puedo. Faena larga, tratando
de sujetar al toro en los medios y con muchos tiempos muertos. Luego en los
adentros tampoco hubo lucimiento. Muletazos sueltos de gran belleza y poco más.
En el último de su lote, al que dieron de lo lindo en varas, más de lo mismo.
Buen gusto, algunos muletazos templados, pero todo sin continuidad ni
rotundidad. Mato de un feo espadazo bajo y lo que puso ser una oreja a su buen
sentido de la estética se quedo en nada. Tarde gris de Finito de Córdoba a pesar de que como siempre surgen chispazos de
gran belleza plástica.
José Luis
Moreno volvía a casa. Tras vivir en Pozoblanco
en los dos últimos años las dos caras de la fiesta, el triunfo y la cornada, el
torero de Dos Torres hacía su cuarto
paseíllo de la temporada en una plaza que siempre le ha sido propicia. Se
inventó la faena a su primero, un animal pésimamente lidiado, que tuvo
intención de rajarse en el tercio de banderillas. Moreno a base de sobar y aguantar mucho consiguió un trasteo en el
que puso prácticamente todo. Faena pues conseguida más por méritos del torero
que por virtudes del toro, a la que pudo faltar ajuste, pero de haberlo habido,
de seguro el toro se habría rajado. Su segundo tampoco fue un dechado de
virtudes. El toro no se entrego nunca. Moreno
lo intentó y pronto se convenció de que había poco que hacer. Lo mató mal. Lo
mejor vino en el sexto. El sobrero que sustituyó al titular, que pareció estar
acalambrado, fue el toro que más se dejó de la suelta. Tuvo sus cosas y ahí
estuvo la voluntad del torero. El animal tenía el feo defecto de sacar genio al
final de los muletazos tirando un violento derrote. A base de tragar, aguantar
y dominar fue corrigiendo los defectos del toro, para cuajar un trasteo de
menos a mas que, tras una buena estocada, fue premiada con las dos orejas que
algunos dijeron ser excesivas, pero si las comparamos con las de la tarde
anterior, tienen mucho más peso del que muchos quieran ver.
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