La crisis que
atravesamos está golpeando a todos sin piedad. El campo bravo no podía ser
menos. Los ganaderos de casta tratan y luchan por todos los medios colocar sus
productos. Es obvio que el excedente es máximo, al igual que muchas vacadas
formadas en los años de bonanza, con desechos pagados a precio de oro.
Los criadores tienen
que ser muy listos para poder vender. Unos han optado por abaratar precios,
otros por vender las camadas de machos completas a empresarios para que recriados por estos, los
coloquen en sus plazas y otros, pocos eso sí, tiran del marketing.
La reglamentación del
año 1992 nos trajo el indulto del toro de forma oficial. Secundado por toda la
normativa de estos nuevos reinos de Taifas, llamados comunidades autónomas, el
indulto hoy no es más que un premio devaluado. El perdón de la vida no sirve
nada más que para que algunos criadores tengan una publicidad gratuita que es
rentabilizada de forma notoria.
Otros ganaderos, últimamente
están brotando como hongos en otoño, tratan de “vender” que son poseedores de
algo único. Cada vez son más los que presumen de tener en sus campos, una
sangre brava que se creía extinguida desde hace tiempo. Buscan el mercado de
los “indignados” por la homogeneización, más que patente, en la dehesa brava;
de los franceses a los que gusta un espectáculo más dinámico y que ven en los
encastes minoritarios una fórmula válida para la fiesta; y sobre todo el de los
amantes del toro bravo en su máxima expresión, aquellos que demandan la variedad
existente, por desgracia cada vez menos, en la cabaña brava ganadera.
Sorprende por tanto que
castas decimonónicas que se tenían por extinguidas muchos años atrás, aparezcan
como por arte de magia o bilibirloque. Una de estas sangres, que vuelve como
salida de un particular “Jurasic Park”, es la fundacional de Jijón.
Cuando parecía
extinguida, la historia nos lo demuestra con claridad, la vacada de “Peñajara” propiedad
de José Rufino Martín, se convierte en abanderada de la vieja casta castellana,
aquella que “Don Luís” describió a sus toros como “…de bastante alzada y peso, buena cornamenta y de mayor poder y con
más facultades en los remos que los andaluces y aún que los mismos de las
tierras llana de Castilla la Vieja, y bastos de hechuras, que afeaban un tanto
su trapío.”
Haciendo historia hay
que recordar que el actual ganadero adquiere sus presuntos “jijones” en 1997 a
Manuel Rueda, quien la formara con ganado procedente de Baltasar Iban entre los
años 1975 y 1977. Sabido es por todos los aficionados que Baltasar Iban formó
su singular y personal toro, mediante un cruce de vacas procedentes de Juan
Contreras, formada con un desecho de Murube, y sementales de María Antonia
Fonseca procedentes de Juan Pedro Domecq. Por tanto la sangre de Iban es 100%
pura de Vistahermosa a través de Murube y Parladé.
¿Pero qué fundamento
tiene el ganadero para proclamarse poseedor de algo único? Lógicamente alguno
hay, pero muy atrás en el tiempo e históricamente de difícil defensa.
La ganadería que adquiere
Baltasar Iban, pura procedencia Contreras, la compra a Manuel González Martín
en 1957. Este último señor se había convertido ganadero en 1939 cuando adquiere
la ganadería de Jerónimo Díaz Alonso, que a su vez la formara en 1929 al
adquirir a Fernando Sánchez Rico su ganadería. Es durante los diez años en que
la posee Jerónimo Díaz cuando cabe la posibilidad de entrada de sangre “jijona”
pues este señor compra a Julián Fernández 50 hembras sin tentar, alguna es lógico que fuese desechada, que a
su vez procedían de la de Vicente Martínez.
También es sabido que
el legendario ganadero colmenañero, ya era consciente de que sus “jijones” no
se adaptaban a la evolución del toreo y ensayo dos cruces con resultados
distintos. El primero se produjo en 1875 cuando por consejo de Salvador Sánchez
“Frascuelo”, las vacas “jijonas” fueron padreadas con un toro de casta vazqueña
propiedad de Joaquín Pérez de la Concha. Este toro de nombre “Español” era de
capa berrenda en negro que se hizo manifiesta en la ganadería, alternando así
con el colorado encendido habitual. Pero si hay un hecho que marca un antes y
un después en la ganadería colmenareña es el cruce definitivo con otro toro. El
celebérrimo “Diano” de Ibarra que termino de configurar el toro deseado por el
señor Martínez. A “Diano” le siguieron “Dudoso”, también de Ibarra, y “Vinagrero”
y “Ramito” de igual origen ibarreño pero adquiridos ya a Fernando Parladé.
Es de suponer que los
vestigios de sangre “jijona” en la ganadería de Jeronimo Díaz eran mínimos pues
la sangre ibarreña se había convertido en mayoritaria por absorción en la
torada. Si esto ya era así en la primera mitad del siglo XX ¿Qué proporción de
sangre “jijona” puede haber en “Peñajara”? Seguramente mínima. Por muchos
colorados que salgan, el pelo típico de Juan Contreras era el castaño, en las camadas
solo será fachada, reminiscencia nostálgica de algo que pasó a la historia. No
niego que algo de la vieja sangre de “jijón” este palpable en estos bonitos
toros, pero ojo, muy diluida y de forma puramente testimonial.
2 comentarios:
Amigo Salvador el creer o No creer es una cuestion de fe.
Creo que la pruebas de ADN mientras no se demuestre lo contrario son validas.
Por tanto es posible que Peñajara con un 82% se pueda considerar como encaste o linea derivada de JIJONA. Otra cosa bien distinta es decir Casta original,que esas si que ya no se sabe si existen con el 100% de pureza.
Ver articulo de Cecilio Naranjo en blog Tercer Aviso
Completamente de acuerdo con Salvador. Esa es la historia oficial. ¿Hay algún documento que demuestre los contrario?. Si lo hay que lo publiquen.
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