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La primavera en el campo bravo |
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El capote en espera de unas manos |
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La vaca con el hierro de la "rueda" |
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Rodolfo Nuñez para a la erala |
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El tentador prepara la vara |
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Las vacas se emplean en el caballo |
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Alberto Aguilar con la derecha |
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Al natural, toreo fundamental |
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Nuñez muletea con la diestra |
La selección de la bravura es
fundamental en la crianza del ganado bravo. La elección acertada de los
reproductores es la piedra angular de todo ganadero. Para ello el ritual se
reproduce en el campo. Severo, exigente e inmisericorde para aquella res que acusa
el menos atisbo de mansedumbre. Esta labor campera, conocida como tentadero, es
el baremo de la bravura para perpetuar una raza milenaria.
La finca “La Vega”, predio
natural del toro de lidia desde que a élla llegara la ganadería de los
marqueses de Saltillo, fue marco para una de estas labores selectivas, en
concreto una tienta de hembras. En el palco, sobrio y pétreo, el actual
ganadero, José Joaquín Moreno de Silva. Nieto de Félix Moreno Ardanuy quien
aconsejado por “El Guerra” adquirió el hierro y ganado de Saltillo, ha cerrado
el círculo abierto hace lustros por su abuelo, concentrando de nuevo todo el
ganado familiar en el noble hierro de la “rueda”. Ahora toca perpetuar en el
tiempo tan histórica sangre brava. La de Saltillo.
Se tentaron seis becerras. Tres
con el hierro de Saltillo y tres con el de Moreno Silva. Las seis del mismo
encaste. Su morfología externa y su comportamiento evidenciaron sobre el albero
su aristocrático linaje. La prueba fue exigente en el tercio de varas,
autentico baremo de la bravura, así como en las muletas de Alberto Aguilar y
Rodolfo Núñez “Carpetano”. Las que superaron la criba pasaran al hato de vacas
madres de la casa para así perpetuar un encaste único y singular junto a la
vega del Guadalquivir en el término de Palma del Río.
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