Desde que se anunció levantó una
expectación inusitada. Torero apoderado por uno de los componentes de la
empresa de Madrid, el gesto de Talavante de matar seis toros de Victorino
Martin, durante el ciclo isidril se presentó como una epopeya digna de cualquier
dramaturgo griego. Publicidad en los medios, anuncio televisivo bajo la
dirección de Agustín Díaz Yanes, tentaderos de vacas en la finca donde pastan
los de Galapagar y mucho bombo para crear ambiente, en una corrida que puso el
cartel de “no hay billetes” a pesar de su retransmisión por el canal de pago,
desde donde el Fenicio Molés mueve los hilos de mucho de lo que ocurre en el
que llamó “planeta toro”.
Todo estaba dispuesto para algo
único, magno e irrepetible. El suceso de la temporada se dijo, pero nadie,
absolutamente nadie, se había dado cuenta de una cosa. El toro no es un
material inerte para la creación de una obra de arte. El toro es un ser vivo,
con un comportamiento y unas características distintas entre cada uno de los
que conforman su especie. El toro no es un lienzo, siempre blanco, donde un
pintor ejerce su creación, o un trozo de mármol de Carrara para esculpir el
rostro de una Madonna. Los toros son diversos, variados y heterogéneos entre
sí. No a todos se les puede tratar por igual, porque el guión preestablecido
puede caer como un castillo de naipes.
Talavante se empeño en un
planteamiento similar al que emplea tarde tras tarde ante el toro usual de hoy.
No tuvo en cuenta que el “albaserrada”, a pesar de sus pecados que también los
tuvo, es distinto a lo que se enfrenta de forma habitual con ejemplares de
otras ganaderías, cuya sangre es prácticamente la misma. Talavante mostró los
pecados del torero moderno. Corto, no ya de repertorio sino de recursos, anduvo
a la deriva toro tras toro. Nulo en la dirección de lidia, inhibido, ausente y
desbordado. No supo, o no pudo, sacar más de unos toros, que sin ser a los que
nos tiene acostumbrados el de Galapagar, posiblemente tuvieran más dentro de lo
que nos enseñaron. Fracasó el torero y fracasó el planteamiento previo a un
festejo que mostró al desnudo los pecados de las llamadas figuras de hoy. Su
falta de variedad, recursos y lo que es mucho peor de oficio. Ya lo mostró
Manzanares en Sevilla a pesar del empujón final y ayer Talavante en Las Ventas.
La lidia no es torear componiendo estéticamente la figura. Torear es otra cosa.
Es hacer ir al toro por donde no quiere imponiendo la razón siempre ante su brutalidad
animal, resolviendo los teoremas sobre la marcha y no traer las faenas
preconcebidas de su casa.
Pero los toros también tienen que
ser un material propicio para la creación. La corrida de Victorino también
tiene mucho en el debe sobre el fracaso del evento. Muy por debajo en
presentación de lo que debe de ser un “albaserrada” para Madrid, de
comportamiento soso y lo que es peor, muy uniformes, sin esa variedad de
comportamiento a la que antaño nos tenían acostumbrados. Victorino no debe de
confundirse. Siempre fue, y la gloria le llegó siendo, un ganadero de reses
bravas. Hoy se ha convertido en una fábrica de criar toros que luego lidia en
cualquier sitio. Mejor cinco corridas de las de antes, que doce de las de ahora
y donde se presta a los intereses de las figuras cuando se lo requieren, pues en la elección de los toros de ayer mucho tuvieron que ver los veedores y entorno del torero, que Victorino Martín mismo.
Foto: ABC
1 comentario:
Podía ser conveniente que a los figurones modernos del toreo, que en general no saben de viajar en los topes de los trenes,ni de tapias en los cortijos, ni de valles de terrores,les hicieran de vez en cuando una reválida con Toros.
Posiblemente se ahorrarían dejar expuestas a la mofa y a la befa,sus carencias taurómacas y la falsedad de ser considerados figuras.
Si en el mundo de los toros imperase el sentido común, el amor por la Fiesta y por su difusión, y la justicia,posiblemente el escalafón empezaría de otra manera ,los ganaderos mandarían en sus ganaderías,los Fenicios se encontraría en los libros de Historia,los taurinos en donde proceda y los aficionados llenando las Plazas presenciando gestas a diario, porque esa es la fuerza del toreo y no pachangas publicitadas hasta la ridiculez con menos contenido que un tarrito de Chanel 5 ,que es a lo que se huele en las barreras y contrabarreras en dias de gestas.
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