Podría tratarse de cualquier rincón de Córdoba. Un lugar recóndito y recogido donde el caminante se postra ante la madre de Dios. Una esquina recoveca de Santa Marina, San Agustín, San Miguel o el Campo de la Merced, pero no. No es Córdoba. La devoción a la Virgen de los Dolores traspasa nuestras fronteras. La copia del azulejo que dibujara Rittón y que se encuentra coronando la cuesta del Bailio, preside una plaza de tientas. En México, segunda patria del toreo, la Virgen de los Dolores, la que el idolatrado Manolete llevara en sus capotes de paseo, vela por las faenas camperas de tienta en el rancho Altos de Ibarra, en el estado de San Felipe Guanajuato, predio de la ganadería "veragueña" de San José de Buenavista.
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