Pablo
Hermoso de Mendoza paseó el único trofeo de una tarde que no pasará a la
historia
Guillermo
Hermoso de Mendoza mostró buena escuela y Lea Vicens quedó inédita
Como escribió el poeta castellano Jorge
Manrique: Cualquiera tiempo pasado
fue mejor. Atrás quedaron los tiempos en que las
corridas de rejones salvaban económicamente muchas ferias. Porque por lo visto,
en la tarde de ayer, los rejones poco interesan, al menos en Córdoba. La entrada fue muy pobre,
tanto que el rojo almagra del plástico de los asientos dominaba los tendidos.
Triste pero cierto. Este tipo de festejos carecen, al menos en Córdoba, del
predicamento de tiempos pasados. ¿Motivos? Difícil de poder concretarlos.
Tal vez los muchos años de hegemonía de ciertos caballeros en
plaza han mermado, por cansancio, al público asiduo al rejoneo. También el
pobre juego de los toros que se lidian. Las figuras del arte ecuestre han
impuesto un toro propicio y a modo. Los toros, al igual que en la
lidia a pie, parecen clonados entre sí.
Animales muy parados y sosos, lo que hace que los caballeros en plaza se
limiten, la mayoría de las ocasiones, a lucir la buena doma de sus cabalgaduras
y poco más. Puede que el rejoneo precise una nueva vuelta de tuerca y, lo más
importante, una renovación profunda del escalafón, porque por lo visto ayer el
aire fresco comienza a viciarse a pasos agigantados.
Abrió plaza el caballero estellés Pablo Hermoso de Mendoza,
el último revolucionario del toreo ecuestre. Pablo estuvo fácil toda la tarde.
Su magisterio quedó patente durante la lidia de sus dos enemigos. Cierto es que
se topó con dos animales de similar condición, lo que le impidió el lucimiento deseado.
Su primero, sin ir más lejos, acusó los rejones de castigo y se paró, haciendo
muy difícil una lidia de lucimiento. Aun así clavó banderillas con su
particular magisterio a lomos de Berlín.
Poco más.
Su segundo tuvo más fuelle,
lo que posibilitó mayor lucimiento, sobre todo cuanto montó a Donatelli en
banderillas. Principalmente en la preparación previa para clavar, así como en
las salidas. Tras medio rejón, pinchazo previo, cortó la única oreja de la
tarde.
Lea Vicens lo
intentó toda la tarde. Su monta resulta
airosa y correcta. La francesa muestra la buena doma de sus
caballos, pero luego a la hora de clavar, todo queda muy desairado. Clavó
siempre a la grupa y falta de ajuste. Encima falló con los aceros, lo que hizo,
pese a los saludos, que pasara desapercibida en Los Califas.
Gustó el nuevo Hermoso de Mendoza.
Guillermo viene con la lección bien aprendida, buen maestro tiene, lo que hizo
que se luciera en banderillas, fundamentalmente con sus caballos Janucá y Pirata. El mal uso de los aceros le
impidió pasear algún trofeo. Tiene el crédito abierto.
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