El centenario de la muerte de Joselito en
Talavera ha hecho que su figura, este siendo revisada nuevamente. La tragedia
acaecida hace ahora cien años, elevó al coloso de Gelves a su mitificación.
José Gómez Ortega, Gallito o Joselito en los carteles, es mucho más que una
tarde aciaga en Talavera de la Reina. Su figura y su legado, no han sido
revisados en profundidad hasta nuestros tiempos. Una vez más, el morbo de la
tragedia nubló su aportación al toreo.
Es ahora cuando se está descubriendo su enorme
dimensión. Su mando sobre todo lo que rodeaba al toreo. Gallito influyó sobre
manera la tauromaquia. Su mente prodigiosa, siempre pensando por y para el
toreo, puso los pilares para lo que hoy conocemos como fiesta de toros. Su
aportación fue máxima. El toreo ligado en redondo, los grandes cosos
monumentales, e incluso la selección de un toro más apto para el espectáculo.
Joselito era un torero precoz desde muy joven. Se crió en un ambiente muy
propicio para ello. Torero de dinastía, su mente estaba ocupada siempre en el
toro y su mundo. Desde sus inicios deslumbró a los ganaderos andaluces. A pesar
de su corta edad, José deslumbraba en los tentaderos por su incipiente maestría
en el conocimiento de las reses a lidiar. Los ganaderos, sabedores de aquel don
natural, le invitaban de forma continua a las faenas camperas.
Esa confianza de los criadores hacía su figura, hacía
que las ideas, sobre el toro ideal a lidiar, calaran entre los ganaderos, que
no tardaron en buscar un animal apto para las habilidades toreras del nuevo
coloso. La selección, hasta entonces enfocada al lucimiento en el primer
tercio, fue cambiando por influencia de Gallito y el toro se fue amoldando para
una lidia total, teniendo así relevancia en los tres tercios o actos del toreo.
Joselito necesita un toro distinto al que
se ha venido lidiando hasta la fecha. Gallito es sabedor que el toreo precisa
una evolución y esta pasa por el toro. Los animales lidiados hasta entonces,
eran animales ideados para el tercio de varas. A mayores entradas a las
cabalgaduras y más bajas en las cuadras, más bravura y más espectáculo. Muchos,
por no decir la mayoría, quedaban muy aplomados y solo cabía prepararlos para
la muerte.
Gallito en sus primeros años mata todos los encastes y
ganaderías. Su gran intuición y conocimiento de las reses bravas, hace que
pronto se da cuenta que el toro más apto para sus objetivos, es todo lo que
procede de Vistahermosa. Los variopintos y espectaculares vazqueños, aunque no
le hace ascos, al igual que los jijones o navarros, quedan muy aplomados tras
el tercio de varas. El lucimiento no es apto con ellos.
José trata en poner en valor la casta de
Vistahermosa. No solo mata ganaderías de citada procedencia, incluso se atreve
a sugerir a otros ganaderos cruces con esta sangre para mejorar, a la postre
imponer, la casta de Vistahermosa sobre todas las demás. El camino es iniciado
por Vicente Martinez que cruza sus vacas de casta jijona con el toro Diano de
Ibarra. Incluso se afirma que en Miura padrea un toro de Tamarón de nombre
Banderillo.
Joselito elige una corrida de Vicente Martinez para su encerrona en Madrid. En
la sangre jijona ya se ha injertado la casta de Vistahermosa. Gallito triunfa
de forma rotunda. El público se ha divertido con la ciencia torera de Joselito.
Los toros se han prestado, y han facilitado, el triunfo del coloso. Es el
principio del fin de los encastes que no tienen su origen en Vistahermosa. La
visión de Gallito ha hecho que el toreo avance de forma notable.
Otra de sus ganaderías predilectas es la de Murube.
Mata infinidad de toros de este hierro. Tanto es así que cuando la familia
Murube decide deshacerse de la vacada, busca un comprador para evitar que la
vacada caiga en manos de tratantes. El elegido es el banquero Juan Manuel
Urquijo quien la anuncia a nombre de su esposa Carmen de Federico. También
aconseja a Juan Contreras hacerse ganadero de bravo partiendo de la vacada
murubeña.
El toro ideado por Joselito se impone. Solo queda la duda de saber que hubiera
pasado y como hubiera evolucionado todo sin Bailador no se cruza en su camino.
Tenía decidido hacerse ganadero. De hecho compró la ganadería de Benjumea, pura
vazqueña, pero en realidad solo le interesaba su derecho de hierro, pues tenía
pensado adquirir ganado de la marquesa de Tamarón para su empresa. La casta
Vistahermosa era la ideal para su concepto.
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