Hierro de Gregorio Campos, hoy de Miranda de Pericalvo. |
Una de las cosas más agradables que me
dejó el pasado mes de septiembre, lo demás es para olvidarlo y pronto, fue la
presentación de la Plataforma Belmez 2014. Allí tuve la ocasión de hablar de
toros con buenos aficionados, que pretenden realzar el centenario de la plaza
de toros de la localidad, que se celebrará si nada lo impide el próximo año.
Llama la atención que un grupo de
aficionados haya tomado el estandarte de la efemérides, y más aún de una forma alejada
de la que sería de esperar, festiva y superficial. La Plataforma Belmez 2014
pretende todo lo contrario, o lo que es lo mismo, que en la conmemoración se
viva y respire la esencia pura de la fiesta saltando a su ruedo el toro integro
y verdadero. Plausible la voluntad de este grupo de gente que demanda una
fiesta en el más sentido estricto de la palabra, con sus valores ancestrales
intactos.
Es curioso que una afición de provincia,
con todos nuestros respetos para élla, abandere este proyecto, cuando lo fácil sería
una celebración al uso, o sea, con tres figuras del papel couché, una corrida del monoencaste
bodeguero y a ser posible rematado con una retransmisión televisiva de nuestro
canal autonómico. Con esto el éxito estaría garantizado de antemano. Orejas,
rabos, indultos, la pizpireta señorita Gil aguantando carretas y carretones del
otrora “maestro” y del locutor pelipintado
para regocijo de los asistentes in situ
o a través de la pequeña pantalla. Pero no, la Plataforma Belmez 2014 ha tomado
un camino más espinoso, más enrevesado y más duro. Ha tomado el camino de la
integridad por encima de todo. El de la fiesta de la verdad, la emoción y la
heroicidad.
Quizás pese sobre ellos el recuerdo de la denominada
corrida del siglo. Aún guardan en sus retinas aquella tarde de septiembre de
1984, cuando ante una seria e integra corrida de Julio de la Puerta, Tomas
Moreno y Gallito de Zafra ofrecieron a los belmezanos un espectáculo de verdad,
sin alharacas y sin artificios.
Manolete (padre) |
Pero quizás dentro de su afición por la
veracidad desconocen que el gusto por la integridad de Belmez viene de mucho
más antiguo. Concretamente en la fecha de su reinauguración fueron desechados
por “chicos y defectuosos” los toros anunciados de la célebre ganadería de
Concha y Sierra, lo que ya dice mucho del gusto de los belmezanos por el toro
integro y de verdad. La corrida de la viuda, se sustituyó por otra de Gregorio
Campos, ganadería que entroncaba al igual que la actual de Alonso Moreno con la
de Arias de Saavedra, que envió seis toros “grandes pero mansos” y que fueron
estoqueados por Manolete (padre), en el declive de su carrera, y Francisco
Posada, que estuvo voluntarioso pero sin redondear la tarde. Fue muy aplaudido
el picador Zurito por la forma en que realizó la suerte de varas.
Francisco Posada |
Esta era la fiesta que muchos acusan hoy
de anacrónica y arcaica, pero que hacía que el público valorase lo que ocurría
en el redondel. Hoy todo es figurado. Los toreros esperan que los toros “colaboren”
para “divertirse” y pasar una tarde “disfrutando” haciendo vivir al público
unas “emociones” más propias de un cuento de hadas que de una lucha a muerte
con un animal fiero y salvaje. Es una fiesta de cartón, falsa y débil la que
nos quiere vender el “sistema” que rige en el planeta de los toros. Menos mal
que aún hay gente como la que integra la Plataforma Belmez 2014 que busca la
verdad y la integridad, gente a la que hay que oír porque el consumidor final
de la fiesta de los toros es el público, y el que paga manda, o al menos debe
de mandar, eso si, si los dejan.
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