Manolete y el novillero hispano-mexicano Joselillo |
Tras la muerte del IV
Califa, algunos toreros trataron de continuar por el camino que él había
abierto, pero ninguno de estos diestros -Parrita, Joselilllo o Frasquito- tuvo
fortuna.
A los cien años de su nacimiento y setenta de su trágica
desaparición, la figura del matador de toros cordobés Manuel Rodríguez Manolete sigue
teniendo un halo de frescura, que despierta admiración y reconocimiento en
mucha gente, ya sean aficionados al mundo de toro o no. Manolete continua
presente. Se sigue muy de cerca lo que fue, tanto en la sociedad de la España
que le tocó vivir como en el llamado planeta toro, donde trajo unos conceptos
que a partir de entonces sentaron las bases de una nueva tauromaquia
continuando vigentes aún a día de hoy.
El concepto moderno del toreo parte de Manolete. Fue el torero
cordobés quien culminó lo apuntado por sus antecesores. Poder de dominio sobre
el toro -al que estructuraba una faena de muleta de corte similar-, ligazón
entre los muletazos, invasión de terrenos que hasta su llegada al toreo eran
imposibles de pisar, quietud, estoicismo y una gran profesionalidad. Todo ello
aderezado por algo que solo le pertenecía a él: una personalidad única,
magnética y arrolladora.
Todo aquello que llegó con Manolete impactó fuertemente a
sus coetáneos. Ninguno fue capaz de igualar al torero de Córdoba. Toreros
grandiosos como pudieron ser Pepe Luis Vázquez, dotado de un arte exquisito y
un conocimiento de los toros importante, o Carlos Arruza, primer exponente de
un toreo atlético y dinámico, poco duraron, haciendo un símil ciclista, tras la
rueda de Manolete. Eso sí, muchos trataron, no de imitarlo, pero si beber de
sus fuentes. Manolete descubrió a sus contemporáneos que aquel toreo que hacía
era una evolución que, de no ser seguida, significaba quedarse atrás en el
tiempo con un toreo pasado de moda y desfasado.
Uno de los primeros toreros que captó el mensaje de Manolete fue
el madrileño Agustín Parra Dueñas, Parrita, a quien Manolete había
alternativado en la plaza de Valencia en la campaña de 1945 en presencia de
Carlos Arruza. Parrita capta y asume el toreo manoletista. Tanto es así que le
llaman el Manolete de los pobres. Comienza a torear con frecuencia y tras la muerte
del torero cordobés, los aficionados ven en el torero de Madrid una sucesión
directa del torero trágicamente desaparecido. Pero hacer el "nuevo"
toreo tenía sus riesgos. Parrita es herido de gravedad en la plaza segoviana de
El Espinar en 1950 y aquel percance hace mella en su ánimo, por lo que su
carrera comienza a languidecer.
En México, donde Manolete era un ídolo fuera de lo racional, surge
la figura de un novillero que impacta por sus formas y valor fuera de lo común.
Un torero en ciernes que levanta pasiones en el país azteca. Sus actuaciones se
cuentan por éxitos y su toreo amanoletado y dramático cautiva a los públicos.
El hispano-mexicano Laurentino José López Rodríguez, Joselillo en
los carteles, está llamado a ser una figura en el toreo mexicano. Tanto es así
que se declara novillero triunfador de la temporada de 1946. Es fotografíado
con su ídolo Manolete, quien había sido triunfador de la misma campaña como
matador de toros, en la entrega de los galardones. Se cierra su doctorado en
Lima. Manolete sería su padrino. El hecho luctuoso de Linares impide la
concreción del cartel, ajustándose para el doctorado la figura de Carlos
Arruza. Pero la ceremonia no tuvo jamás lugar. Joselillo es herido de gravedad,
tanto que le costó la vida, el 28 de septiembre de 1947, por el novillo Ovaciones de
la ganadería de Santin. Los médicos lograron en un principio atajar el daño,
pero, en días posteriores al percance, una embolia pulmonar producida por un
coágulo formado a consecuencia de la herida, ocasionó la muerte a la firme
promesa del postmanoletismo en México.
Tras la muerte de Manolete su sombra permanecía flotando sobre los
ruedos de España. Es por ello por lo que un joven toledano de nombre Francisco
Sánchez Fernández, y de apodo Frasquito, impacta en la afición
sevillana que lo ve triunfar con rotundidad en el festival de la Aviación el
día 9 de septiembre de 1947. Su toreo aquella tarde hizo vislumbrar muchas
esperanzas. Muchos vieron en él a Manolete resucitado. Vuelve a ratificar su
triunfo de nuevo en Sevilla. El 5 de abril de 1948 se presenta como novillero y
forma un lío en el único que pudo estoquear, pues fue herido al entrar a matar.
Dos orejas, nuevo triunfo y Frasquito se convierte en el torero de moda. Pero
la estrella de Frasquito se apaga rápidamente. Dos graves percances, Bilbao, 18
de abril, y Córdoba, 30 de mayo, son acusados por el incipiente torero de
Toledo en el que muchos vieron un heredero del coloso de Córdoba. De aquel
"Un principiante, maestro" con el que Don Fabricio tituló la crónica
de éxito en Sevilla, hasta aquel "Frasquito salvó su precioso terno a
costa del menguado prestigio que tenía" de su última actuación en Madrid,
había transcurrido muy poco tiempo. Sólo fue, a causa de los destrozos que le
hicieron los novillos, una sombra efímera de algo que quiso ser.
Sólo quedan unas preguntas. ¿Qué hubiera ocurrido si Parrita,
Joselillo y Frasquito hubiesen sido respetados por los toros? ¿Se hubiera
vivido un post-manoletismo sin Manolete? ¿Hubiera el toreo evolucionado de otra
manera? Es difícil de contestar. Aún así la figura de Manolete continua
vigente. Este año más que nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario