HYPNOS DESPERTO DE SU SUEÑO.
Dicen que el dios Hypnos habitaba
en un palacio oscuro y lúgubre. Allí los rayos del sol nunca alumbraban. Hypnos
estaba ausente de la luz, del color, de la vida. La fiesta de los toros es todo
lo contrario a los predios de Hypnos. Luces policromas, vida, pasión, gloria.
Todo muy alejado de lo lúgubre de su palacio y de su sueño perpetuo. Pero
seguro que tras lo acontecido ayer, el dios del sueño se ha alegrado por lo
vivido en la villa de Almedinilla. En estos tiempos, tan adversos para una
fiesta tan mediterránea como los toros, inaugurar un nuevo recinto es un logro.
La fiesta es maltratada y vilipendiada. Unos miran para otro lado, otros
defienden sus intereses en beneficio propio y los ataques se acrecientan. No
hay unidad, ni de los taurinos, ni de nuestros políticos. Los primeros tratan
de campar a sus anchas ante una posible liquidación. Los segundos se inhiben a
la hora de la verdad, aunque luego gusten de tardes de callejón, habano y
compañía de los primeros. Ayer unos y otros se pusieron de acuerdo y nuestra
provincia ha pasado a tener una nueva plaza de toros en un tiempo en el que
habilitar un recinto para albergar festejos taurinos no pase de ser un sueño.
En la tarde de ayer todo fue
favorable. El sueño del consistorio se veía hecho realidad y la terna, pasado,
presente y futuro de la fiesta, ofreció una entretenida y variada tarde que
será recordada por todos los que tuvieron la dicha de presenciar el
acontecimiento.
Abrió plaza el veterano Francisco
Ruiz Miguel quien estuvo jovial como un chiquillo que empieza. Su toreo trae
reminiscencias de la bahía gaditana, pero con un empaque y un sabor de otra
época. Gracil y variado con el percal en sus dos toros, a los que capoteo con
solvencia y buen gusto. En su primero, un toro de embestidas bruscas, estuvo
fácil, con oficio, el que adquirió en su etapa dorada antes ‘victorinos’ y
‘miuras’, y conecto fácil con los tendidos. Mato mal, de una estocada
pescuecera que bastó, y el premio se quedó en un solo apéndice, el primero que
se cortó en el nuevo coso. Oreja que se guardó para sí, seguramente como
recuerdo de la efeméride. Mejor en su segundo. El toro tuvo calidad, buen son y
transmisión. El veterano espada lo recibió con lances pintureros para cuajarle
una faena en que la mayor virtud fue la ligazón y el gusto. De nuevo su labor
recordó a los más veteranos otra época del toreo. Sabor añejo que no viejo.
Mató de una contundente estocada que necesito un golpe de descabello que le
valió el doble premio.
Manuel Díaz le toco pechar con el
peor lote. No es que los toros que sorteara mostrasen peligro sordo, pero si
demasiada irregularidad en sus embestidas así como falta de entrega en los
engaños. Este Cordobés tiene oficio y años de alternativa. Esos fueron sus
avales para ir poco a poco metiendo al tendido en el bolsillo. En su primero
cortó una oreja tras una faena de menos a más, eso sí, en su línea. Esa línea
que le ha llevado a ser un puntal en el escalafón. En su segundo volvió a
brillar en su estilo. El trasteo con la muleta tuvo dos fases. La primera donde
trato de hacer el toreo con más ortodoxia. La segunda, ya se sabe, a lo suyo.
Al lío, al divertimiento y a tratar de hacer pasar al público un rato
distendido. Su público se lo agradeció y le premió con dos orejas.
Iván Fandiño fue el triunfador de
la tarde. Triunfador por toreo y por trofeos, aunque estos al final no sean más
que despojos. El de Orduña trae un toreo fresco, de mucha pureza, de mucha
verdad y de mucha quietud. Eso llega rápido al tendido, tanto al aficionado más
ortodoxo como al espectador de toros ocasional. Por eso mismo Fandiño arrasó en
la inauguración del Coliseo de Almedinilla. En su primero, en que se mostró
estético con el capote, le cuajo un trasteo que inicio con mucha quietud por
alto, continuando con tandas compactas y macizas, mejor por el pitón derecho.
Mató de una estocada y cortó dos orejas. En su segundo, al que recibió con unos
apretados lances al delantal, lo entendió a la perfección para hilvanar una
faena en la que la pureza fue la nota destacada. Un estoconazo, haciendo
perfectamente la suerte, tras un pinchazo en lo alto le valió para cortar los
máximos trofeos.
La tarde caía lentamente. Hypnos
que había despertado de su sueño volvió a su palacio, pero de seguro que jamás
olvidara la tarde en que se inauguró el
Coliseo El Ruedo de Almedinilla.
Ganadería: Seis toros de Luis
Algarra, bien presentados, bonitos y algo cornicortos. Buen juego en líneas
generales. Los mejores los lidiados en 4º y 6º lugar.
Toreros: RUIZ MIGUEL (malva y
oro). Estocada defectuosa (oreja) y estocada y descabello (dos orejas)
Manuel Díaz EL CORDOBES (azul marino y oro).
Estocada trasera y dos descabellos (oreja)
y media estocada y descabello (dos orejas)
IVAN FANDIÑO (verde manzana y
oro). Estocada (dos orejas) y pinchazo y estocada (dos orejas y rabo).
INCIDENCIAS: Plaza de toros
“Coliseo El Ruedo” de Almedinilla. Inauguración del recinto como plaza de
toros. Lleno en la sombra y y huecos en el sol. Tarde primaveral de temperatura
agradable. A efectos estadísticos indicar que el primer toro lidiado en el
flamante coso, llevaba por nombre Hortelano, número 44 y fue estoqueado por
Francisco Ruiz Miguel. Al finalizar el festejo los tres matadores y el mayoral
de la ganadería salieron a hombros del Coliseo.
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